NOVEDADES

12 julio 2013

EL CHANGO


12 julio 2013

Era un chiquito más, otro del montón que llegaba a River con la esperanza de cumplir sus sueños. Morochito, medio chueco y para nada carilindo. Ningún lujo material, no, de esos no tenía. Él tenía en sus lujos, en su ADN, en su pasión, el fútbol. Lo había mostrado toda su infancia en un potrero de Ledesma. Todos allí sabían que el hijo de Pocha era bueno jugando a la pelota, por eso un día agarró sus cosas y fue a probar suerte a la Capital, donde pasó las pruebas jugando en zapatillas, porque para los botines todavía no alcanzaba.

Nadie. Ni su familia, ni él mismo, se hubiera imaginado que iba a llegar a ser lo que es hoy. Nadie se jugaba un pleno a que el jujeño iba a lograr algún título, quién se iría a imaginar que el changuito se iba a consagrar en la Primera del monstruoso River Plate.

“Te va a enganchar. Lo marqué en todas las prácticas y yo sabía que él iba a enganchar, sin embargo nunca pude evitar pasar de largo. En mi vida vi un enganche tan cortito ni nadie que lleve la pelota tan pegada al pie”, nos contaba Rojitas a mí y a mi abuelo, cuando venía a la ferretería a comprar. Nosotros le preguntábamos por él, poco nos importaba su vaselina a Boca, ni otros jugadores con los que compartió vestuario, todas nuestras preguntas eran sobre el Burrito.

Es que cualquiera que lo haya visto adentro de una cancha se da cuenta que es diferente, pocos trataron a la pelota tan amablemente como él, pocos mostraron tanta magia adentro de una cancha como Ariel y hoy, el día en el que él dice “adiós”, a uno le viene cierta melancolía. Hoy el fútbol está de luto porque uno de sus máximos exponentes se retira, cuelga los botines. Y ya no podremos ver más su poesía dentro de una cancha.

Quizás porque no vi a Angelito, ni al Beto y tengo pocos recuerdos de Enzo. Mi corta edad me impide hablar de ellos, aunque haya visto todos sus videos. A él lo vi adentro de la cancha, a él lo aplaudí, lo alenté, lo recé y lo lloré. A mis hijos y a mis nietos algún día les contaré con orgullo que yo vi al Burrito Ortega, que yo grité sus goles, que yo aplaudí sus caños y sus derroches de arte. Un tipo que nos enseñó que la gambeta es de las pocas mentiras que dan satisfacciones. El dueño de la cintura más temible.

Yo voy a estar ahí, una vez más para aplaudirte, Chango querido. Iré a recordarte con mi viejo y mi hermanito, que va a pisar por primera vez el Monumental en tu despedida, como alguna vez lo hice yo en la de Enzo. Voy a ir ahí para gritar al unísono con todo el pueblo riverplatense un inmenso GRACIAS. Gracias por los títulos, gracias por tu magia, gracias por tu humildad y gracias por ser hincha de River. No va a haber otro como vos. Y disculpá a aquellos que alguna vez te sacaron por la puerta de atrás, el verdadero hincha te quiere siempre en River, porque ésta es tu casa.

Después de todo, significando todo lo que singnificás para el mundo River, nunca dejaste de ser quien sos, y eso es lo más importante y lo que más se valora. Al fin y al cabo nunca dejaste de ser vos, siemplemente... el Burrito Ortega.

¡ETERNAMENTE GRACIAS!

Por lo menos así lo siento yo.
ADELANTADO MILLONARIO
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