Esa fue la estrofa que un Monumental repleto no paró de repetir. Es la verdad y el sentimiento de todo hincha de River. Un hincha que demostró que, a pesar de toda la mierda que pasamos, agachó la cabeza y fue a ver a su equipo. Lo acompañó durante toda una campaña que fue un calvario, durante todo un año se nos cargó, se nos burló y se nos humilló. Pero demostramos que en las malas también somos los más grandes. Lejos.

Ahora que esa etapa se dejó atrás, que se volvió a ser el equipo protagonista que siempre fuimos, el hincha pide un poco más. Ese poco más que siempre supimos tener en los finales de campeonatos. Ese poco que se pone por el amor propio y por el reconocimiento al hincha que siempre apoyó. Ese poco más que nos merecemos.

Ahora es cuando se piden resultados para lograr el objetivo, salir con el cuchillo entre los dientes, a matar o morir. Quédense tranquilos muchachos, que si dejan todo, aunque no sean campeones, me voy a parar y los voy a aplaudir. Como buen hincha de mi equipo me voy conforme si los jugadores se sacrifican adentro de la cancha.

Con más empuje que fútbol, eso es lo que vi éste campeonato en el equipo de Ramón. Vi hambre de pelear hasta al final, vi ganas de ganar. Éste último partido reflejó el torneo del equipo Millonario, pocos recursos futbolísticos, solidez defensiva, dudas arriba, empuje y victoria. Mucho amor propio y actitud, lo que pretendemos de acá hasta la última fecha es ganar todo lo que queda, esa es la única manera de salir campeones.

Muestren los colores, tiren el peso de la camiseta y salgan a matar o morir. Corran y metan, esa es la manera de dejar al hincha conforme. Háganlo por nosotros, los que siempre estuvimos ahí, los que siempre bancamos y alentamos. Nosotros que siempre dimos todo sin pedir nada hoy sólo queremos decirles que vamos a estar ahí para apoyar. Pedimos un último esfuerzo para sacarnos de encima todo lo que vivimos y empezar una nueva etapa. Muchachos, ésta hinchada se merece ser campeón.