Porque el partido era en condición de visitante, porque el rival era una maquinita de ganar jugando en su casa y por otras 2850 razones, este encuentro debía pensarse de una manera diferente a cualquier otro partido de Eliminatorias.
Sabella ha demostrado, fiel a su escuela bilardista, que no le tiembla el pulso a la hora de levantar la bandera del pragmatismo, cuestión no menor y que desde este espacio bianchista festejamos. Es imposible proponer el mismo partido cuando jugamos de local contra Bolivia que si jugamos de visita, en la altura, con un equipo que viene en racha.
Como le ha pasado a Bianchi varias veces, Sabella se quedó sin su mejor jugador, nada más y nada menos que el mejor jugador del planeta, dato no menor y que obliga también a replantearse algunas cuestiones. El dibujo que planteó el DT puede considerarse más o menos atinado. Ante la ausencia de Messi el tipo resignó un delantero y agregó uno más abajo, para tratar de cubrir espacios en una defensa que sigue sin dar garantías. Y arriba colocó a Palacio para combatir con tipos veloces el cansancio y la falta de aire que provoca jugar allá, en la cima del mundo.
Ahora bien, cuando empezó a rodar la pelotita, la Selección cayó, como de costumbre, en el golpe por golpe. Después de unos minutos donde casi sin quererlo nos encontrábamos ganando 1 a 0 y tras un tibio intento por manejar el balón, la adrenalina que le imponen tipos como Di María, Palacio y la eventual salida de los laterales, decantó en un partido de ida y vuelta. ¿El resultado de este experimento? Riesgo innecesario en nuestra área, más de 20 tiros de esquina en favor del rival, un gol recibido y más dudas que antes respecto al funcionamiento defensivo del equipo.
Si nos vamos a los fríos números, podemos concluir que se sacó un punto de visitante que nos calza muy bien, pero si abrimos los ojos y nos guiamos por la filosofía bianchista, este equipo sigue careciendo de equilibrio y esto se hace más notorio aún cuando el pibe que te inclina la cancha está afuera o juega un rato en una pierna.
No quiero dejar pasar el "Mascherano Gate". Una cosa es la garra y la presencia que pregona el bianchismo ("metele, metele") y otra es que un tipo experimentado le meta una patada al camillero y se haga expulsar. Esa desconcentración no debe volver a repetirse.
Como conclusión y sin quitar el mérito indiscutible de estar en la puerta del objetivo, que es la clasificación, es momento de continuar trabajando y seguir pensando variantes de cara al futuro.
Por lo menos así lo siento yo.
ADELANTADO BIANCHISTA