Noventa minutos más, o menos, en este torneo
final de los palotes. Noventa minutos más que se escurren como arena entre los
dedos, y desaparecen sin dejarnos gananciosos en el partido del sábado, cuando
obrando de anfitriones de los mediterráneos, no logramos sumar de a tres
porotos, otra vez. Noventa minutos y monedas que se suman a ese casi año
completo de no conocer la victoria en el 15 de abril… pucha. Un año sin ganar
de local.
Acerca del partido
del sábado, lo que vimos todos. El equipo regaló un tiempo, salió con el orgullo
herido en el segundo y logró empardar con un golazo del pendex Cavallaro, que así
metió su segundo gol, después de casi un año, casi desde el mismo lugar y en el
mismo arco. Me juego la cabeza que con la misma pelota, je.
Como quien no
quiere la cosa, nos dirigimos inexorablemente a un triste final anunciado. Si
bien la esperanza es lo último que se pierde, en esta ecuación matemática, si
no se gana no alcanza, y como el diablo parece que metió la cola…
Pero más allá de la
realidad inexorable de la estadística, está la gente. Está ese estadio que se
vino abajo todo el partido alentando a los colores. Están los corazones
tatengues meta sístole y diástole como si se festejara un campeonato. Está ese
pueblo que alienta, alienta, alienta, sin esperar nada a cambio, solo por amor
a la institución. Esa pasión que reconoce el fútbol todo y me llena de orgullo,
cada vez que con el pecho henchido salgo a la calle vestido con los colores de
la pasión.
Dice la fría estadística
que hace un año no ganamos de local. Lo que no dice es que hace una vida que no
paro de alentar. Con alegría. Inexplicable. Como deber ser. UNION es festejo,
es un pueblo alegre, no cincuenta gatos locos pidiendo que los cuide la policía,
o unos poquitos “los de siempre” peleando entre ellos en una conmemoración sin
fecha certera. UNION es Santa Fe, y así seguirá siendo. Que “los de siempre” se
cuenten las costillas y la cuenten como quieran, ya se sabe cuando boquean de
qué especie se trata.
Vamos Tate, a dejar
la vida. La música está. La hinchada está. Ese pueblo al que alguien, algún día,
le debe pedir disculpas, por no estar a la altura de tanta pasión.
P.D.: ¡Ascendió
Talleres! Saludos a los hermanos cordobeses.
P.D.2: y si,
sabahielo, cada día falta menos… ¿Vas a venir?
ADELANTADO TATENGUE -.