Vélez de visitante era a priori un partido muy complicado, porque tienen con qué hacerle partido a cualquiera aunque no anden en su mejor momento y porque al margen de algún bajón como el que cualquier equipo atraviesa, saben lo que quieren. Así y todo, la sensación es rara porque Quilmes arrancó bien, generando peligro, desperdiciando la posibilidad de ponerse en ventaja y ya abriendo ese panorama que decía “esto lo podemos lamentar”. Y así fue. El Decano se equivocó, pifió, y sufrió.
Qué difícil se hace afrontar que en un partido la suerte es fundamental, y no lo digo solamente por el mano a mano de Elizari o el travesaño de Morales, sino porque además de que nos embocaron cuando debían y supieron rematarnos cuando estábamos a tiro del empate, las lesiones nos siguen acechando como durante toda la temporada. No puede ser que se lesione un jugador apenas arrancado el partido, y que encima se rompa chocando con el arquero. El arquero. Un caso aparte… Trípodi viene muy bajo, en un momento en el cual se lo necesita mucho, y encima que está inestable en el arco, tiene la mala suerte de lastimar compañeros. Hace tres fechas, un choque entre él y Martínez dejó al yorugua fuera de las canchas; esta vez pasó lo mismo con Quilez, y seguimos perdiendo defensores. El colmo de los males: nueva lesión del flaquito de la 10. Caneo en dos partidos se había vuelto fundamental, venía aguantando muy bien físicamente, pero una caída desafortunada le luxó el codo y, a pesar de que quería seguir, también quedó fuera del equipo posiblemente hasta el final del torneo.
No es tan grave si se lo toma con calma, tenemos todavía 4 partidos para hacer 5 puntos y si se le gana a Racing el viernes, todo se aclara de nuevo. Pero la verdad es que la respiración está algo cortada y ya no abunda esa paz de hace unos días. Espero que en el encuentro con la Academia, Quilmes aprenda a creer otra vez.
Por lo menos así lo siento yo. ADELANTADO CERVECERO – @adrian28qac
