Porque no tengo ganas de jugar en Quilmes. Porque voy para atrás totalmente ofendido, jugando mal a propósito porque no me quisieron transferir. Porque no meto ganas sino que me gusta ver que el equipo pierda oportunidades. Porque no pienso lo que voy a hacer al recibir la pelota, o en realidad no me interesa. Porque en los minutos finales de los partidos me quedo quieto sabiendo que no importa si me muevo o no. Porque si acaso me llega una pelota en un momento crítico, la rifo dado que no sé con los pies. Porque me pongo nervioso cuando tengo que definir, y ni hablar de si es la última del partido. Porque me da lo mismo ganar o perder, anotar o no, total al final de la temporada me tomo el palo. Porque soy tan inútil que no me adapto al toque ni hago goles cuando vuelvo al equipo después de haber estado colgado algunos partidos, siendo que si me meten a falta de 6, 7 minutos, es para que gane yo los partidos cerrados que los demás no pudieron resolver en más de 80. Porque no sé ubicarme para recibir un pase y, aunque me lo den servido, resuelvo horriblemente. Porque no te di ninguna alegría ni soy capaz de dártela. Porque no te hice gritar ni festejar nunca como un enfermo desquiciado. Porque te fuiste del Estadio Monumental cabizbajo sin haber podido hacer callar a una hinchada soberbia que, al igual que en el partido del semestre pasado (en el cual tampoco te aporté nada), se la pasó cantándole a su clásico rival sabiendo que el Cervecero era un trámite. Porque te quedaste con las ganas de amargarles por tercera vez en tres temporadas la fiesta que estaban celebrando por adelantado mientras te gozaban. Porque no pudiste decir “ole, gallina”.
Principalmente, porque soy un pecho frío. Este es el momento y te lo pido por favor: puteame ya.
Atte.
Por lo menos, así lo siento yo.
ADELANTADO CERVECERO – @adrian28qac