“El fútbol es el arte de lo impensado” decía Dante Panzeri. No es matemática y, la mayoría de las veces, carece de lógica. Veamos: Racing aventaja a San Lorenzo, San Lorenzo a Boca, Boca a River y River a Racing. En una supuesta ecuación esto no tiene de sentido. A > B > C > D (por tanto) A > D. Pero en el fútbol esto no ocurre y tampoco es una suerte de cinta de Moebius. En lo personal, descreo de la frase “Le tiró la camiseta” (salvo que esté embebida en cloroformo o muy chivada). Entonces ¿Qué carajo pasa con estas “paternidades” que prosiguen a través décadas? La conclusión es evidente: Hay clásicos parejos fluctuantes donde predomina la institución que mejor esté de turno. Ejemplos: Racing-San Lorenzo y Boca-River. Estos serían los modelos perfectos de encuentros en dónde la AFA se lava las manos. Boca-River, los clubes mimados con mayor convocatoria (obviamente, promovidos por la AFA). Y en las antípodas, las lacras de segunda línea: Racing-San Lorenzo, las censuradas ovejas negras, los hijos bobos con quienes la AFA también se lava las manos cuando juegan entre sí. Las amplias diferencias en el historial de equipos grandes es porque tres de ellos (Boca, River e Independiente, en ese orden) deben ser aún más grandes y estar por encima del resto. Jamás observé “malos arbitrajes” en partidos intrascendentes o clubes del mismo nivel.
Bien, después de rompernos el hocico contra la dura realidad, pasemos a un análisis que, ante lo expuesto, quizá carezca de sentido ya que a mi humilde entender, el fútbol argento está tan manoseado y devastado que da asco. No obstante, continuaré con mi tarea. Desde un punto de vista táctico fue bastante simple de analizar: Con un infrecuente 4-1-4-1 inteligentemente planteado para explotar las dimensiones del nuevo gasómetro y apuntalar a los pacatos Pillud y Corvalán. Con este sistema, ambos dos marcadores de punta cumplieron aceptables actuaciones. Y, muy a mi pesar, tal vez deba admitir que esta fláccida dupla es lo más digno de nuestro team.
Aun así, casi se cae todo a pedazos porque “el fútbol es el arte de lo impensado” y un equipo se nutre de individualidades. El gol tempranero del cuervo estuvo en otra dimensión paralela. Por un momento, tuve la sensación que estaba jugando a la Play station en casa y no en Villa Lugano. Terrible mazazo del cual supuse jamás levantaríamos cabeza. Sin embargo, además del intuitivo planteo, nuestra querida academia tuvo puntos altísimos dentro de un aprobado para los once integrantes. Y aquí destaco a Zucculini quien dio vuelta el resultado y casi convierte un tercero. A Saja, quien sacara tres goles. Sí, sí, así como el gol del cuervo fue de play, las atajadas del súperchino parecían editadas por computación; como si alguien hubiese rebobinado la cinta de la película y evitado la conquista (Una de sus atajadas me recordó a Fillol en la final contra Holanda). Vietto = crack; tiene menos de veinte y parece tan curtido como Camoranesi. Y éste último, junto con Villar, también descollaron aportando oficio al servicio de una coherente agresividad. Des Paul = pichón de crack; de a poco va sedimentando. Selló una aplicada actuación con un GOLAZO.
Fue un partido intenso, entretenido. En líneas generales me gustó como jugamos. Creo que nunca logramos dar tantos pases seguidos (una pena el gol injustamente anulado al barba Villar después de veintidós toques). Fuimos prácticos, tuvimos criterio y actitud. Grité mucho los goles. Quizá demasiado el tercero. Incluso, hubo gente que se asustó y se corrió a un costado (estamos hablando de la Guardia imperial no de la salita verde de tres). De hecho, le pegué flor de puntinazo a la mochila de un pobre tipo que había salido a las corridas del laburo para ver a Racing “No pasa nada chabón, está todo bien”, dijo y se fue a buscar la mochila antes de que se “perdiera”. Y bueh… después de la bronca acumulada por la derrota con las gallinas, la catarsis me quitó la ponzoña.
Esperemos que esta goleada sea el punto de inflexión para una seguidilla de triunfos. Y respecto a los clásicos, nuestro punto de referencia son los cuervos. Ya que en esta suerte de piedra papel o tijera hay quienes saben con anticipación como preparar la mano para que los tres nenes mimados sigan por la buena senda. Pero ojito que, si rompen mucho las pelotas, el papá le saca las rueditas a la bici y caen B-arranca abajo.
Por lo menos así lo siento yo.
ADELANTADO ACADÉMICO