Ahí llegaste en auto, en bondi y en tren, porque todos los caminos conducen ahí…
Ahí tuviste que comerte colas eternas, te bancaste a la cana mil veces, te cruzaste con los que miran mal y también con los que te ven pasar con los gloriosos colores y te alientan como si vos fueses a entrar a jugar.
Ahí encaraste por Brandsen, por Aristóbulo del Valle, por Irala, por Casa Amarilla. Recorriste los pasillos y entraste a tu casa. Fuiste a la popu de socios y no veías nada por las banderas, explotaba. Y las avalanchas… qué quilombo. Fuiste a la Segunda Bandeja y alentaste como un condenado, desde la 12 y desde enfrente, donde también te bancaste que te tiraran de todo, los ingratos y chiquitos visitantes de turno. Estuviste en la Tercera y sentiste que estabas en la luna, pero qué lindo es tener la perspectiva de todo el teatro. Viste como se movía la bandeja entera y más de una vez pensaste: “esto se va a ir a la mierda si seguimos alentando así” y lejos de guiarte por el sentido común, empezaste a saltar más que nunca. Te tocó pasar por la platea alguna vez, la puta madre, qué bien se ve, pero ¿para qué están los asientos? Quiero saltar.
Ahí lo viste atajar a Roma, a Gatti y a Córdoba… y si no habías nacido, te lo contaron tantas veces que ya sentís que los viste volar a todos. Marzolini, Mouzo, Pernía, Bermúdez, Samuel, Schavi te cuidaron mejor que nadie. Rattín, Giunta, Serna y Battaglia pusieron el pecho por la causa. Rojitas, el Diego y Román te hicieron soñar. Y Varallo, García Cambón, Brindisi, el Manteca, Guillermo, Palermo, Palacio y Tévez te hicieron gritar como loco, a vos, a tu viejo, a tu abuelo, a mí… a la mitad más uno.
Ahí te cansaste de dar vueltas, viste como se caía el alambrado con el Beto Márcico colgado como un hincha, viste levantar trofeos de todos los colores y tamaños. Ahí viviste mil noches de Copa, lo viste a Latorre sellar el 4-3, dar vuelta el partido y despedir a riBer de la Copa, lo viste a Palermo entrar en muletas y también dejar a riBer sin Libertadores, lo viste a Riquelme tirar el mejor caño de la historia del fútbol, contra las gallinas.
Ahí los homenajeaste a todos, a los héroes de antaño. También lo despediste a Diego, a Guille, a Palermo, al Flaco… Ahí Román se siente como en el patio de su casa.
Ahí los rivales tiemblan, se aturden, se apabullan, se cagan en las patas. Ahí Ahumada dijo que el aliento es insoportable, no hay lugar para silencios atroces. Ahí se brinda el espectáculo más bello del mundo, el Boca-River, ahí sí, en la Bombonera, no en la heladera de Núñez.
Ahí queremos ir todos pero no entramos. Hay que hacer algo, de a poco, pensar proyectos serios, laburar, negociar con los vecinos una y mil veces. Basta de sondeos pelotudos, hay que empezar a comprar viviendas, de a poco. Hay que hablar con el gobierno para cerrar la calle del Valle Iberlucea, hay que negociar, hay que hablar con Dios si es necesario, pero nunca dejar de intentarlo.
De ahí nos quieren sacar unos ridículos de turno, que manejan el club como si fuera una empresa. Y quieren hacernos jugar en un shopping con capitales árabes. Esta gente no sabe de sentimientos, de valores, de hazañas ni de cultura popular. No entienden lo que es Boca, no tienen sangre (y si tienen sangre en las venas, no es precisamente azul y amarilla).
Ahí tenemos que estar el 20 de Abril, para pedir por nuestra cancha. La Bombonera fue, es y será nuestro lugar en el mundo. Hay que cuidarla para que nunca, pero nunca, deje de latir.
Por lo menos así lo siento yo.
ADELANTADO XENEIZE - @roquelme