Así fue el partido. Trabado, aburrido, luchado,
peleado, con mucho pelotazo, bastante chato… choto. Uno
va a la cancha casi exclusivamente por amor, no hay otro ingrediente que mueva
a un hincha a salir de su casa y que deje de hacer cualquier otra cosa. Solo el
amor lo puede. Maltrato policial, amontonamientos, baños inservibles ya lo
sabemos y encima de todo eso, 22 tipos que le faltan el respeto a ELLA.
Y el ingrediente siempre presente es el de los
árbitros, esos ridículos ahora vestidos de fluorescente, que no hacen más que
cagadas, grandes, fecha tras fecha, partido tras partido. Parece que cada uno
tiene un reglamento personal y lo usa a discreción, con total carencia de
sentido común, ese que le falta a todo el fútbol argentino. Lo padecimos contra
Lanús la semana pasada y el sábado no fue la excepción.
Es cierto que a All Boys el árbitro le regaló un
penal que solo el vio. Nadie entendía nada, ni los sanjuaninos, ni los del
Albo, ni los hinchas. Pero también es cierto que en el final del partido le
dieron una piña en el área a Montoya Muñoz que hubiera significado penal y
expulsión, pero el tipo y sus secuaces del banderín, no vieron nada. Además de
estos hechos puntuales, su trabajo fue malo. Lento, lejos de la jugada, sin
saber cómo ni cuándo utilizar la ley de ventaja…. Bah, otro arbitraje más de
los que padecemos todos los fines de semana.
El único hecho destacable de la tarde-noche del
sábado fue el sentido y emotivo homenaje que se le rindió a los combatientes de
Malvinas. Una vez más como cada abril, los soldados recorrieron el campo de
juego del Estadio Islas Malvinas y se
entonaron las estrofas del himno nacional.
Por lo menos así lo siento yo.
ADELANTADO ALBO
@ALLBOYSFLORESTA