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25 abril 2013

EL GUALICHO DEL BARCELONA


25 abril 2013

¡Hola, amigos silenciosos de 1mtrA! Yo de nuevo. A veces pienso que nunca tuve tan buenos jefes como los de la redacción de esta página. Es que me bancan a pesar de que no consigno nunca la nota con Lionel. Yo les voy a devolver con creces la confianza que me tienen. Espero que entonces me paguen lo que me deben, porque la cosa está durísima acá.

Tal vez estén cansados de mis promesas, pero créanme que esta vez estuve cerca.  La verdad es que aproveché mi viaje a Roma de la semana pasada para irme directamente de ahí a Munich. Fue bastante fácil: ni bien logré que el hermano del monaguillo de Bergoglio me soltara –no importa cómo lo conseguí, es largo y doloroso– saqué pasaje. Pasaje al aeropuerto, porque la guita alcanzó para eso solo.

Di vueltas por la recepción pidiendo de a un euro para llegar para el boleto. No había juntado ni 10 cuando se me acercó un tipo muy raro, con una túnica blanca, un colgante extravagante y barba larga. En un castellano clarísimo me dijo que  notaba que yo estaba en problemas. Lo miré de reojo y le dije que no había que ser adivino para notar eso. Tenía puesto el mismo pantalón hacía diez días, una barba de 3 semanas y hacía rato que andaba sin bañarme, un vidente el tipo. Rachid me tranquilizó y me prometió que me ayudaría. Según me dijo, tenía el don de materializar los deseos de la gente. Me preguntó cuáles eran los míos. Después de dos horas de escucharme, me dijo que no podía cumplir todo, especialmente lo del casino de 30 pisos en Las Vegas con 25 conejitas como secretarias. Pero sí me podía ayudar con el pasaje a Munich y con la nota a Lio. Ok, con eso ya arrancaba, el resto lo conseguiría por mi cuenta.

Me pidió que anotara en un papel “pasaje a Munich”. Lo hice y él lo tomó, recitó algo incomprensible, me lo devolvió y me dijo que repitiera 3 veces “pasaje, ven a mí”. Así lo hice. Luego pasamos al tema Messi. Me pidió una foto de él,  en mi valija sólo encontré una de todo el equipo. Rachid dijo que servía igual. La tomó, recitó y me dijo que tenía que repetir 3 veces “Lionel, dame la nota”. Lo estaba por hacer cuando tuve una duda. Se me ocurrió preguntar qué pasaba si repetía otra cosa, por ejemplo “Lionel casáte conmigo”. El tipo me miró raro, pero le aclaré que era una manera de decir. Entonces me confirmó que, si hiciera eso, Lionel efectivamente me pediría casamiento. Aproveché y me saqué otra duda: “¿y si le pido nota a Xavi, que también está en la foto?”. Rachid me dijo que también funcionaría, porque él había bendecido a todo lo que había en la imagen. Y me explicó que ahora la foto era como esos muñecos que pinchás para hacerle mal alguien. Ahora esa foto servía para actuar sobre ellos, podía hacer lo que quisiera porque estaban en mis manos. Me sentí poderoso, pero no deseaba más que hacerles notas a todos.

Luego de sacarme esas dudas, estaba por decir tres veces la fórmula cuando un hombre agitado nos interrumpió y, en perfecto castellano por suerte, nos preguntó si alguno de nosotros viajaba a Munich, pues tenía un boleto de más para regalar. Rachid sonrió y yo metí primera y salí disparado, el check in estaba terminando en ese instante. “No te olvides de repetir las palabras” gritó mi amigo desde lejos.Guardé la foto en el bolsillo y me las piqué. Más tranquilo en el avión, iba a repetir 3 veces la fórmula que me daría la nota con Lionel.

Todo iba a salir genial. Me ubiqué y no tardé en echarme una siesta de aquellas. Me desperté a las 3 horas y me di cuenta que me había colgado con el tema de repetir las palabras. Entonces saqué la foto del bolsillo. Estaba arrugada, claro, me había sentado un rato largo ahí. “Pobres, espero no haber golpeado a ninguno, tengo que ser más cuidadoso”. Traté de alisarla en el tablero que se usa para comer. Se cuarteó un poquito, pero bueno, nada grave. Temí que eso afectara a los muchachos en algo, pero bueno, tampoco era un pinchazo, me tenía que calmar.

Estaba por decir las palabras cuando vino una moza divina y me ofreció café. Acepté, era gratis. Tuve tanta mala leche que justo el avión entró en un pozo de aire y la bebida se volcó en la foto. Casi todo el equipo quedó chamuscado y manchado de marrón. Entonces me desesperé y pedí agua. La chica acudió enseguida. Le eché un chorrito para borrar la mancha, pero con tanta mala suerte que la foto se mojó demasiado y se empezó a borronear. Yo la froté, pero fue peor. Me empecé a preocupar, tanto que incluso olvidé repetir las palabras. Sí recordé  los secadores de manos de los baños, y me llevé la foto ahí. Un poco de aire seco y por ahí la salvaba. Nada que ver. Al primer chorro, que salió con inusitada presión, la foto se me rompió en 4. Otra turbulencia y me caí sobre el inodoro con tanta mala leche que apreté con el codo la cadena y los pedazos de la foto se fueron por el caño, hacia el mismísimo firmamento. Imagínense mi desesperación.

Lo demás es anécdota. Repetí para mí mismo “Lionel dame la nota” 3 veces, pero ya sin convicción. Llegué a Munich, fui hasta el estadio y no, no hubo caso. Para variar, me rebotaron. Después vi el partido por tele, de parado mientras comía un pancho. Raro, lo del Barça: parecían doblados, quemados, los que no arrugaban parecían rotos o perdidos… Sentí algo de culpa. Ya van a levantar. Si me vuelvo a cruzar a Rachid le voy a pedir que les de una mano. ¡Hasta la próxima!

ADELANTADO INTERNACIONAL

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