Quizás el mejor partido del campeonato… y empatamos ¿Explicaciones? Podemos esgrimir frases del acerbo popular tales como: “Los goles que se yerran en el arco ajeno se sufren en el propio” pero resulta modesto para quien se precie de comentarista ¿Mala suerte? Y… acá dejamos de lado la lógica para adentrarnos en el incierto terreno de lo esotérico y proseguimos buscando los sapos enterrados debajo de los arcos. Entonces ¿Por qué no pudimos definir un partido ganable desde todo punto de vista? El equipo hizo circular la pelota, jugó al fútbol, creó situaciones de gol y anuló al rival… pero empatamos. Nos empataron de contra, faltando tres minutos. Tal vez, aquí se halle la dilucidación.
Restando tan poco tiempo, con el resultado puesto, carece de sentido que los marcadores se proyecten, aún más si de Corvamal se trata (y aún más si de Racing se trata). Somos especialistas en arruinar finales. Y este partido frente a los sabaleros pareció la serie “Lost”: atrapante pero con un final de mierda.
Sé que quienes siguen este blog estarán un poco fastidiados de leer el mismo sermón, pero estoy literalmente repodrido de perder puntos por culpa de los ineptos laterales que padecemos. Sistemáticamente, se las ingenian para arruinar lo que tanto cuesta construir en este mezquino fútbol argento y con este tacaño planteo que presentó Colón. Lo que no deja de sorprenderme es que continúen jugando. Muchos me discutían e indicaban que el problema sólo se hallaba en el medio. Cierto es que el pulpo está por debajo del nivel y por eso Zubeldía lo sacó. Pero volvió a ponerlo e insiste con Corvamal. Por esto nos empardaron. En la jugada del gol del empate, el flanco izquierdo estaba desprotegido y, en dicho contragolpe, nadie, absolutamente nadie, marcó al hombre que picaba al vacío. Ahora, pregunto ¿La pelota tiene vida? ¿Avanza sola? ¿Produce embelesamiento o hipnosis? Señores profesionales: la pelota no se marca, hay que marcar a los adversarios, esos que tienen la camiseta de un color distinto al nuestro.
No hay mucho más para decir. Hasta los equipos como el Barcelona pierden partidos cometiendo errores conceptuales e infantiles tan groseros. Esto ni siquiera está permitido en el picadito del fin de semana. “¡Che, Jorgito, corré al siete que yo me quedo con el nueve!” Elemental guacho. Zubeldía debe extirpar, de una vez por todas, estos groseros traspiés que están por cumplir años. Y por groseros errores me refiero a Pillud y a Corvamal quienes perdieron las marcas y facilitaron el empate. Ah, y los cambios no se hacen por default. Es una pena, porque el equipo me gustó. Pero el árbol no me dejó ver el verde bosque.
Por lo menos así lo siento yo.
ADELANTADO ACADÉMICO