No alcanzó con haber realizado el primer “banderazo” de nuestro fútbol quince años atrás, ahora festejamos haberlo inventado con el Día Mundial del Hincha de Huracán. En el medio, la gente de Huracán se ha encargado de hacer innumerables demostraciones de lealtad que van desde la bandera más grande del mundo hasta impedir, recientemente, que el vacacionado Gobierno de la Ciudad nos quite los terrenos de La Quemita, pasando por los centenares de estadios que han sido colmados.
Lamentablemente, el amor ofrecido es proporcionalmente inverso al fútbol recibido. Es una convivencia insoportable, por un lado uno está todo el día, todos los días, hablando de amor, pensando, sintiendo y del otro lado no te devuelven nada. NADA. Lo peor de todo es que no es como con tu pareja, que si te rompe mucho las bolas o ya no pasa más nada, te vas al bar y volvés a los dos días o no volvés. Esto no se despega, no se quita. Te amarga la vida y al otro día en la oficina lo defendés de los gilastrunes que boquean, como enamorado del maltratador.
La verdad es que tengo una bronca que me salgo de mi mismo, pienso en que el técnico y los jugadores no se pueden ser tan pecho frío. Me da bronca que dejemos agrandar a cualquiera. Instituto estaba en la lona (de hecho lo sigue estando) y en menos de media hora ya ganaba dos a cero y Banfield, ayer, que echó al técnico y venía de mal en peor, nos empató el partido pura y exclusivamente por falta de huevos de nuestros jugadores.
Huracán hizo el gol a los diez minutos y después no llegó más al área del taladro, pero no es que no llegó más porque no pudo, ni siquiera lo intentó, entre la mezquindad del técnico y el pecho de los players se diluyó el último gramo de esperanza que había de lograr un ascenso.
¡GRACIAS MUCHACHOS, VAYANSE BIEN A LA PMQLP!
Hace quince días publique una nota como esta donde proponía dejar de lado mis creencias futbolísticas a cambio de lograr resultados. Evidentemente me equivoqué, otra vez este amor, por el que uno da todo, pierde todo, pequé de boludo. No sé, creí que siendo ciegamente positivo, tirando buena onda, iba a sumar un granito de arena en la búsqueda del objetivo que todos teníamos.
Una vez más, queda demostrado que se puede conseguir un resultado o dos, pero que a la larga a los objetivos se llega con ideas claras, concretas, que plasmen un juego que identifique a todos los que lo ejecutan y que jugando bien se tienen muchas más chances de ganar que haciendo lo que hace Huracán.
Los hinchas, seguirán estando ahí, donde esté Huracán, amándolo, sufriendo, aunque no veamos lo que queremos, aunque no obtengamos lo que buscamos siempre vamos a estar con el Globito demostrando amor y grandeza...
Por lo menos así lo siento yo.
ADELANTADO QUEMERO
