Está ahí, ¿lo sentís? Si, cómo no lo vas a sentir, si todavía está vibrando en la superficie. Todavía da vueltas en tu cabeza, enredándose en tu garganta una y otra vez para que no te olvides de "esa" sensación que sentiste hace dos días. Para que no te olvides de que el Domingo, faltando a la tradición de una religión, un "Santo" fue crucificado... Estabas parado frente al tele, porque aunque hubieses querido acompañar a tus soldados, no te hubiesen permitido entrar; parado y gritando. Parado porque algo te expulsó de tu silla. Y no lo podés creer. Los minutos ya se escurrían, pero ese tipo que marcó el primero del 2-2 parcial, está corriendo una vez más, con sus brazos abiertos y una sonrisa dibujada en la cara. No lo podés creer, pero empezás a hacerlo. Está corriendo buscando al diez, para que no sea sólo suyo ese 3-2 definitivo, para compartirlo... Y vos seguís gritándolo, a través de la pantalla: ¡GOOOOOOOOL! Y el grito se estira en el aire y se acompaña de puteadas, pero puteadas de alegría. Sos el contrapunto de aquel estadio, tierra hostil que ahora sí, está enmudecido. No se cortó la transimisión, no. Los 3 puntos son nuestros...
Hoy ya es martes, y vos seguís gritando... Se consumió la séptima fecha y estamos terceros en la tabla, sumando puntos como sólo el tiempo nos permite. Martín pule su chapa, que cada vez muestra con mejores letras la inscripción: "Director Técnico", y que en el reverso deja leer un "optimista"; mientras nosotros empezamos a respirar en una atmósfera cada vez más agradable. 14 puntos de 21 no es poco, y aunque falta enfrentar a la mayoría de los equipos "bravos", podemos mirar con mejores ojos para adelante.
El trámite arrancó en tierras sanjuaninas con un equipo desdibujado. Fueron los peores 45 minutos de Lértora y de funcionamiento defensivo de todo el torneo (si no me falla la memoria). En el juego aéreo había desaparecido todo el trabajo de las fechas anteriores y, más allá del cabezazo tan fino con que Nico Sánchez se la bajó a Óbolo para el primer gol, hubiese sido lo mismo dejar a nuestros defensores cosechando arándanos, mientras los sanjuaninos cabeceaban centros. Y a pesar de que la pelota la menajábamos nosotros, no había forma de que se concretara bien una jugada. Los errores de Lértora también se veían en Castellani, Castro no lograba engranar con los delanteros y Castillón y Óbolo se desarmaban contra la defensa del verdinegro. Pero llegó el segundo tiempo y algo pasó... El tipo con el "10" entraba a la cancha. El Gato Rojo, el Mago; el distinto del equipo.
Un minuto tuvo que pasar para que el tablero marcara: 2-2. Gol de Ramírez. Y un minuto tuvo que pasar para que los 11 empezaran a contagiarse del fútbol de este tipo. No hay vuelta que darle, es nuestro estandarte. Listo para destacarse en los partidos más flojos y marcar esa diferencia que tanto necesitamos, con su calidad.
¿El resto? Todo sabemos cómo siguió la historia, y aun esa sensación sigue ahí, vibrando... Todavía estás gritando el tercero. Ves la pelota una y otra vez, despedida por el pié de Mauro; del 9. Pasando al arquero por encima y enmudeciendo todo un estadio. Estirando la red y decretando que los tres puntos eran del Expreso, eran nuestros. Desatando nuestra locura... No alcanzan las palabras para describir la sensación.
¿Pero cómo se me ocurrió preguntarlo en un principio? Por supuesto que lo sentís.
Por lo menos así lo siento yo.
ADELANTADO TOMBA
