El viernes me encontró cavilando, post- empate, acerca de algunas cuestiones. El equipo no se entrega, no se da por perdido aún perdido, con sus limitantes y virtudes, con falta de suerte, o exceso de sal, todavía no lo sé. Había que ganar, como siempre, pero se empató. Tuvimos varias ocasiones de gol dilapidadas, (¡hay Magnin!) y una falta preocupante de pelota en el primer tiempo, subsanada en parte en el segundo. Lo empardamos, lo buscamos, y lo sufrimos. Y a pesar de todo:

Seguimos adelante. Firmes como rulo de estatua. 

Cuando miro otros partidos, y observo tribunas vacías a semi -vacías a doquier, agradezco al cielo ser de UNION. Vivir UNION. Cuando veo que a pesar de cualquier circunstancia él a esta altura sufrido pueblo Tatengue sigue alentando, sigue acompañando al equipo mas allá de toda lógica, mas allá de todo resultadismo o primavera favorable y se convoca y congrega ante el magnético llamado de los colores, multiplicados en miles de trapos, de banderas, de señales distintivas de pertenencia viejas y nuevas. Miro a mi izquierda y veo un muchacho con un gorro que refiere al 89. Miro a mi derecha y veo a un peque de unos 2, 3 años en brazos de otro joven que alguna vez estuvo en brazos de su padre con la misma edad y con la misma expectativa en la mirada, una sencilla y clara expectativa. Ver y alentar a UNION. Miro para arriba y veo una bandera recién hecha, impoluta y portada con orgullo por dos adolescentes. Miro para abajo y veo un abuelo que vivió miles de tardes como estas, y renueva fecha a fecha su compromiso inalterable con la divisa. Miro detrás de mí y veo alentando por igual a hombres y mujeres, igual que la fecha pasada, igual que la fecha que viene. Cierro los ojos y veo a mis hijos, jugando en la plaza con sus camisetas ya desteñidas de tanto tobogán y pelotas en la tierra, y me veo corriendo con su misma edad y relatando un partido imaginario, con la del Tate pintada en la piel, y la misma expectativa en mis ojos.

Miro y veo vida, vida por UNION.  Sentimiento genuino. Esperanza. Pasión. Que no busca explicación. 106 años de pasión. Recién cumplidos. Y sueño, mesurado, con el próximo partido. El fútbol, como la vida, se asegura de dar revancha. Y ahí estaremos. Renovando trapos, pensando canciones, uniéndonos, saltando, gritando, cantando, ALENTANDO. Que es lo que debemos hacer.

Hay vida en Unión, mientras haya un Tatengue de ley que ame, sufra y se emocione por los colores. Lo demás, los demás, para mí son puro cuento.

Feliz cumpleaños UNION de mi vida. UNION de mi aliento. UNION de mi alma.

PD: la próxima cita, jugadores, es el lunes, en casa, frente al puntero del final. Ahí estaremos por supuesto. Dejen la vida, como la dejo yo y cada Tatengue desde donde nos toca estar.