No somos el ombligo del mundo ni la mitad de uno como
cita el chiste. Simplemente, somos otro equipo más de mitad de tabla (dos
ganados, dos empatados, dos perdidos, seis goles a favor, seis en contra). Es
decir, volvimos a la “normalidad”. Sí, sí, ya sé Belgrano es un bel grano en el
ano, está todo muy parejo y cualquiera le gana a cualquiera. Pero este plantel
podría dar un salto de calidad si es se disiparan algunos nubarrones. Sin
embargo, pareciera que Racing, como otros clubes, siempre aguardan a que caigan
marrones de punta o un vendaval arrecie con jugadores, cuerpo técnico y algún
chivo expiatorio con dos charreteras sobre el hombro.
Y
volvemos a lo mismo de siempre: Un jugador puede tener uno o dos días malos.
Pero si su calamidad se perpetra durante largas fechas, la culpa es del
técnico. Lo cual es llamativo viniendo de alguien que sacude la palmera
bastante seguido. No obstante, hay cocos que no caen y se pudrirán verdes en la
cima de la ineptitud. Por favor, señor Luís Zubeldía, basta de Pillud y Corvalán.
No existe perdón o excusa alguna para quienes permanecen petrificados con
brazos en asas viendo como nos clavan el empate. Los defensores pueden no
descollar pero deben ser regulares; a diferencia de un delantero quien puede
ser irregular y desequilibrar con tres o cuatro destellos por partido. Un
defensor no puede tener lagunas, darse vuelta por temor a recibir un pelotazo, atender
la pelota y descuidar al adversario. En el gol visitante había nueve jugadores
de Racing defendiendo y cuatro cordobeses atacando sin mucha convicción. Nadie,
absolutamente nadie, marcó ni desplazó u hombreó al contrario. Escuetamente, se
dedicaron a ocupar un espacio, el espacio marcado por el técnico… pero sin
jugar. Y el fútbol no es ajedrez. Ocupar una casilla no es jugar.
Subrayo
y machaco, nuestra querida acadé hace agua por los laterales. Esto está
desgastando a Ortiz, quien comienza a dar señales de fastidio y cometer gruesos
errores al vivir tan pendiente de un lapacho lustrado como es Pillud, quien echara
raíces en el empate. Y, si bien Corvalán jugó (para mi criterio) uno de los
mejores partidos en Racing, prefiero a Lluyd o a un conito naranja.
Repito
por enésima vez ¿Por qué no probar a Villar o Migliónico de cuatro? Venimos
perdiendo decenas de puntos por este “caprichito” que alguna razón económica
debe de tener. Esto vale para el inadmisible ingreso de Sand. Y que no me venga
a decir don Lucho que “Como se cerraron, necesitaba un nueve mañoso”. Y seré
lapidario: Sand no puede jugar más en Racing. Y agrego: Pillud y Corvalán tampoco
pueden jugar más ¡Queda claro?
Sé
que alguno no estará de acuerdo con lo que diré pero, para mi humilde criterio,
equipo y planteo no funcionaron mal pero hay puntos muy flojos que aniquilan
cualquier estrategia. Y esto también es culpa de dirigencia y técnico. No hay
receta que soporte malos ingredientes ni diez horas en el horno a mil grados.
Tampoco sirve la excusa: “comenzar perdiendo le otorga mucha ventaja al
contrario”. Ganábamos y se durmieron una siesta que nos costó dos puntos.
Hay
tipos que atraviesan un nivel bajísimo y deberían dejarle el puesto a otro. Una
de las virtudes de Zubeldía era que no le temblaba el pulso para cambiar de
intérprete si la orquesta desafinaba, pero si comienza a “encapricharse” con
ciertos números puestos para que no se deprecie la cotización en bolsa… estamos
en serios problemas y repetimos viejas historias. No es tan complicado;
¿Quiénes mantienen su nivel?: Vietto, De Paul, Fariña, Zucculini, Saja, Cahais,
Ortiz ¿Quiénes desafinan?: Pillud, Corvalán, Sand, ¿Bolatti? bueno, al banco. Pongo
unas fichas a Camoranesi y Villar. Es hora de quitarse la pelusa del ombligo y
poner otra carnada a ver si parimos algo.
Por lo menos así lo siento yo.
ADELANTADO ACADÉMICO