
En lo estrictamente futbolístico se va encontrando una identidad de juego que muy probablemente nos aleje de ese infierno donde los diablos acostumbran permanecer. Pero eso no quiere decir que sea la deseada y mucho menos que nos lleve a conseguir algún título en el corto plazo. Está claro que para lograrlo, o aunque sea pretender alcanzar la cumbre en la tabla de posiciones, es condición indispensable hacer esos goles que por Boedo andan escaseando (es más fácil que haya un Papa argentino a que un delantero de San Lorenzo meta un gol).
El equipo contra Colón tuvo la misma entrega que los partidos anteriores y, como otro dato positivo, contó con un Jara que se amiga cada vez más con la posición de volante, aunque eso sólo no alcanza para acompañar y abastecer a un Straqualursi que en soledad se cansa de chocar con los defensores contrarios.
En esta fecha la mano de Ramírez nos dio los tres puntos en una jugada de pelota parada, circunstancia que difícilmente se repita en los próximos enfrentamientos que tengan al Ciclón como protagonista. Aunque en las tribunas se rumoreaba que el gol era un milagro del flamante habitante del Vaticano… ¿y si ponemos a Francisco de 9?
Por lo menos así lo siento yo.
ADELANTADO CUERVO