Aquí yo de nuevo, reportando las novedades internacionales desde la perspectiva privilegiada de quien está en el mismísimo lugar donde los hechos suceden. Como ya sabrán, estoy a punto de conseguir una nota con Lionel, lo que es difícil de por sí, pero más para mí con la cantidad de trabajos que tengo. En Europa la cosa está durísima y no sé por qué no me está llegando el giro de 1mtrA. Voy a aprovechar mi breve estadía en Buenos Aires para arreglar ese temita.
Sí, estoy en la Argentina de nuevo. Por unos días, hasta que termine la fecha de eliminatorias. Esta vez sí que la suerte dio un vuelco a mi favor, es increíble. Ni bien terminó el partido del Barcelona del domingo, llamé al club y… ¡me dieron el turno para hablar 7 minutos y sacar dos fotos con Lionel! El lunes fui derechito, agrandado, con mi carnet de periodista lustrado y perfumado. Tenía unas ganas locas de cancherear con todos esos patovicas que me rebotan habitualmente. Llegué 10 minutos antes de las 11, que era el horario de la cita. Curiosamente, cuando me acredité llegaron un montón de policías. Creí que eran los guardaespaldas de Lionel, pero no, parece que alguien del club me acusó de acosador y terminé en cana. Cuando les dije que nunca iba a denunciar a Lionel, me parece que la embarré peor. Pero el destino quiere que 1mtrA tenga la exclusiva con Lio: la policía española me deportó y volé gratis a mi querido país. No tengo muy claro cómo voy a regresar al viejo continente, pero un viaje gratis no se desprecia.
Ni bien llegué a Ezeiza aproveché para ir al predio. Así, medio despeinado, fui y me acredité. Como no me dejaban pasar les dije que era hijo de Julio Ricardo pero que me había olvidado cómo me llamaba y mi DNI. A ellos les pareció que el olvido era una prueba irrefutable de mi identidad. Pedí turno para hablar con Lionel pero recién había para la 6ta fecha de las eliminatorias del 2018. Yo, respetuosamente, insinué que habría que ver si para ese momento lo convocaban. Ellos se rieron y le mandaron saludos a mi viejo. Entonces tuve una idea. “¿Y para hablar con Basanta, hay turno?”. Después de explicarles durante 10 minutos de quién hablaba, me hicieron pasar. “Con él podés hablar ahora mismo”, me dijeron.
Era de tarde y estaban entrenando. Mientras caminaba hacia el campo de juego auxiliar, me preguntaba cómo iba a reconocer a mi futuro entrevistado. Pero por suerte vi un empleado de AFA preparando un locro a un costado y lo encaré. Lo que sigue, es un diálogo revelador:
–Disculpá, flaco, ¿sabés cómo ubico a Basanta?
–¿Y vos quién carajo sos?
–Soy periodista –saqué el carnet de la escuela de Araujo y Niembro–. Quiero hacerle una nota.
–¿Una nota de qué?
–¿Cómo de qué? De fútbol, de la Selección, de la convocatoria.
–¿Y vos quién sos? ¿Por qué le querés hacer una nota? Digo, está Messi, está Higuaín, incluso está Federico Fernández, que no lo conoce nadie pero al menos viene jugando.
Debió haber sido la fatiga del viaje, el estrés de la deportación, los días sin comer… no sé, cuestión que le solté todo mi rollo. Le conté de mis interminables intentos de reportear a Lionel, de todos los contactos que moví y que me movieron, de mis tiempos como estudiante, de mi sueño, que es cubrir un Mundial. Le confesé que mi plan secreto era hacerme amigo de Basanta, para acceder a través de él a Lionel. Por unos instantes, vi en ese rostro un gesto de compasión y de empatía. Ese rostro desconocido pareció emocionarse.
–Dudo que Basanta te pueda ayudar –dijo con amargura.
–¿Por qué? –mi garganta tembló– ¿Acaso es tan insensible? ¿Es ortiva? ¿Sordo? ¿Está peleado con Lionel? Eso sería una gran noticia.
–No es eso. Basanta no tiene relación con Messi, ni con nadie. Basanta está acá por otra cosa.
–No entiendo.
– Eran los 80´s. Estudiantes de la Plata salía campeón. Las chicas llevaban coloridas cabelleras de extraños peinados, podías ver a la gente usando jeans nevados, Charly García grababa…
–Disculpá, máquina , pero yo tengo que ir a entrevistar a Basanta…
–Está bien, voy al punto. En los festejos del Nacional, el plantel de Estudiantes se mandó flor de festichola. Una de las participantes, alocada, se enfiestó simultáneamente con toda la línea media de ese equipo: Trobbiani, Russo, Sabella y Ponce.
–¿Y Lemme?
–A Lemme lo echaron antes. Cuestión que esa señora engendró en ese vestuario un hijo. Un hijo que acaba de reencontrarse su padre. Un hijo que vagó por el mundo buscando…
–Locura, disculpá de nuevo, pero tengo que ir a ver a Basanta.
–¿Es que no entendés nada? Estás hablando con Basanta. Basanta soy yo.
Se quebró, lo abracé. Al fin y al cabo éramos dos luchadores. Luego me contó su historia trágica: hacía poco había comenzado la búsqueda de su progenitor. Su madre le había ocultado la identidad de su padre durante años, de hecho, ella misma desconocía cuál de los 4 era. Pero lo anotó en las inferiores del Pincha porque así era mucho más probable que se reencontrara con su padre. Desde que Basanta supo la verdad, agotó las posibilidades. Descartó Trobbiani por impotente, el ADN de Russo le dio negativo (resultó padre de Caranta) y al bocha Ponce ni lo contactó porque era un muerto de hambre. Ni bien pudo comunicarse con el DT de la Selección, éste no dudó en convocarlo.
–A mí el fútbol me chupa un huevo, sólo lo hice para llamar la atención de todos mis padres posibles. Yo quiero ser artista. Y también me doy maña en la cocina. Probá.
El locro estaba genial. Después de comer 3 porciones, charlamos un poco más de fútbol, pero Basanta no tenía más ganas de hablar. Me hizo jurarle que guardaría en secreto esta historia. Pero claro, como dijo un gran escritor: “antes que tu amigo, soy un periodista”. Hasta la próxima entrega.
ADELANTADO INTERNACIONAL