Solía pasar en aquellas no muy lejanas épocas con Cagna que, sin importar si íbamos o no ganando, ni por cuántos goles íbamos ganando, ni aún si ganábamos cómodamente y jugando bien, todo el tiempo sentíamos que nos iban a empatar el partido y también que lo podíamos perder. Era un derrumbe anímico que no podíamos explicar, un trastorno que no parecía tener fin. Hoy, tenemos la suerte como hinchas de vivir un presente diferente y encima de poder ver con mejores ojos el mismo problema, ya que esta vez lo está sufriendo Estudiantes. La victoria me dejó un sabor dulce, aunque habrá cosas que mejorar.
Considerando el detalle anterior, en este partido podía pasar cualquier cosa, y entre ellas, lo que finalmente ocurrió: dar vuelta dos veces un partido sin merecerlo aunque justificadamente. Se dio así porque Estudiantes no supo cerrar el partido, no supo establecer en el marcador final lo que mostraba en el desarrollo, y porque nosotros pegamos golpes fuera de libreto. Fuera del libreto tanto del partido como del propio juego de Newell’s, ya que no somos un equipo vertical y vertiginoso, y sin embargo nuestros goles llegaron por medio de jugadas rápidas, encarando al arco sin miramientos, ayudados por la defensa rival.
En lo que concierne a nuestro sistema de juego, fuimos completamente desconocidos en gran parte del partido. No salimos jugando casi nunca desde Peratta, no tuvimos circuito en mitad de cancha, no tuvimos la pelota, no manejamos el juego. No obstante, eran otros los jugadores y, por lo tanto, otro era el camino para llegar al gol. Ofensivamente, lo mejor que podíamos proponer era una habilitación del peruano Cruzado a cualquiera de nuestros tres delanteros, pero nunca coordinamos en ese sentido, y además no agarrábamos la pelota ni con la mano. Mateo y Orzán no aportan tanto juego asociado en ataque como sí mucho cierre y despliegue en defensa. Urruti, por su parte, no es el nueve técnico y decisivo que conocimos hace más de un año.
En defensa, nos replegábamos sin orden, dejando huecos importantes. Algo típico quizás de un equipo que se defiende más bien con la pelota en los pies. Entramos nuevamente dormidos al partido, nos dominaron de arriba a abajo el primer tiempo y corrieron más los jugadores que la esférica. Cruzado mostró que su fuerte no está en el retroceso, por lo que sufrimos mucho por tres cuartos, donde ellos podían pasar la pelota casi sin obstáculos y posibilitando, entre otras cosas, el segundo gol de Zapata. Imaginen leprosos que, con todos los errores que estoy marcando, ganamos 4 a 2, así que el rival se desplomó casi solo, con un empujón bastante leve.
Lo positivo fue el debut de Cruzado, con golazo incluido, que nos permitió salir al segundo tiempo con mejores expectativas. El peruano nos devuelve la alternativa del pase entre líneas que habíamos perdido con la salida de Bernardi y le agrega encima una buena pegada de media distancia. Otro aspecto positivo es que Muñoz volvió a convertir y que Figueroa terminó una jugada. Me quedo con lo último, ya que pasaron 8 partidos para volver a ver en buen nivel a Figueroa, y Newell’s lo necesita mucho, ya que le puede aportar mucho al equipo, pero tiene que estar fino y con la mente abierta, lo cual no suele suceder.
Cierro con mucha esperanza, ya que volvimos a dar vuelta un partido. Logramos revertir un resultado adverso, cosa que nos estaba costando, y lo hicimos del único modo que las circunstancias nos permitían: dejando de tocar para atrás y siendo más verticales. Contra Estudiantes, no podíamos dar vueltas. Un triunfazo. Gracias Leprosos por leer, ¡espero sus comentarios!
Por lo menos así lo siento yo.
ADELANTADO LEPROSO