Fue un verano tranquilo. Apenas un poco de barullo con el asunto Coloccini. Pero, para lo que veníamos acostumbrados los cuervos en cada receso, esto se pareció más a una siesta que otra cosa. El equipo es el mismo que había en el torneo anterior. Ni grandes bajas, ni grandes altas. Quizás por eso con San Juan se pareció más a aquél último partido con Lanús en diciembre, donde la satisfacción por la levantada relajó al equipo. Bueno, ya empezó el torneo final y hay que volver a concentrarse en lo importante. 

El sábado no apareció el equipo. No hubo muchos amistosos como para ensayar la formación titular. Y tampoco acertó Pizzi con los cambios que hizo. Los arranques de Piatti lo dejaban solo porque nadie acompañaba. Straqualursi bajaba una pelota e iba a buscar, pero nadie le devolvía. Los desbordes de Buffarini terminaban en centros de jugador amateur. Apenas unos tiros de Aguiar de frente al arco en los cuales el uruguayo eligió fusilar al arquero antes que medir el tiro. 

Así se pasó el partido y así bajó la expectativa de los cuervos. Se pudo ganar, se puedo perder. Se empató y a otra cosa. Ahora viene Belgrano de local y ahí empezaremos a ver para qué está el equipo. Así con todo, el Ciclón puede trabajar tranquilo. Lejos de los flashes, escándalos y apremios que tuvimos que aguantar y que ahora andan más al sur.