EXPLOSIÓN Y NADA MÁS
Pasa el tiempo, pasan los partidos y parece que el estilo está bastante definido: Desequilibrio total en ataque (con Messi como principal protagonista) y mediocridad con improvisación en defensa. Obviamente esto es un arma de doble filo, porque en tanto y en cuanto los de arriba estén iluminados (roguemos que Lío jamás se lesione) todo funciona, ¿pero se imaginan este equipo sin ese poder ofensivo?
Está claro que las partes que conforman a la Argentina no están armoniosamente encuadradas. La Selección de Sabella demuestra que tiene huecos en el mediocampo y en la última línea y que depende exclusivamente de la explosión de los chiquitos, más Higuaín.
Por otro parte, ¿cuál fue siempre la virtud excluyente del director técnico? Como todos sabemos, proveniente de la escuela pincharrata, su bandera siempre fue el orden, la solidez defensiva y armar el equipo de atrás para adelante (como pregonaba aquel impresentable narigón). Bueno, inesperadamente nada de eso tiene la Argentina.
Hasta hace agua en pelota parada en contra, algo que es poco menos que la muerte para entrenadores como Sabella. Entonces, ¿cuál es su mérito? Tirar en la cancha todos esos fenómenos que vemos por tele que hacen cuarenta goles por fin de semana en Europa, ¡vaya logro!
Yo sigo esperando un equipo, un equipo de verdad, con todas las piezas ordenadamente dispuestas y un funcionamiento aceitado y sólido.
Por lo menos así lo siento yo.
MIRADA MENOTISTA
