Todas las modernas costumbres importadas que vienen
colonizando nuestra cultura se cumplen parcialmente en la sociedad. No sé si se
trata de una resistencia cultural o de una transformación camaleónica que
habilita a la foránea costumbre a pasar por alguna festividad local.
Halloween también comenzó a celebrarse en el país, más
precisamente en la ciudad de La
Plata , pero como todas esas celebraciones, la noche de brujas
sufrió una modificación y en vez de hacerse a fines de octubre se eligió el
ocaso del carnaval para que la ¿fiesta? continúe.
El lobo platense ante la clásica pregunta ¿dulce o truco?
Eligió Trucco, así como por un encanto mágico, los corners para Huracán fueron
saques de arco, los penales a favor amarillas en contra, los fouls contra los
jugadores del globo fueron un “siga siga” y hasta nos privaron de algún
lateral.
No obstante ello, el globito intento reponerse una y otra
vez, fue a buscar el resultado, pero éste que nunca llego. Un poco por la mala
puntería (y la maña suerte) de los delanteros quemeros y otra por el
impresionante arquero tripero.
La verdad yo no soy un fervoroso patriota del estilo Mel
Gilbson (tampoco un vende patria hijo de puta como Cavallo) pero nunca me
gustaron esas fiestas de importación. Quizá porque todas tienen o parecen tener
un trasfondo que no se cuenta, donde se esconde la verdad de la milanesa, donde
los vivos se aprovechan de los giles con el chamuyo de que no estar en el circo
es no estar a la moda o, lo que es peor, no existir.
Ya de madrugada, embroncado, repasando esa pifia de
Barrientos, ese hueco enorme que dejó Mancinelli, la patita a medio poner de
Erramuspe y ese puto gol de Gimnasia, pienso y me pregunto ¿Cuánto tiempo más
se nos va a negar el dulce?
Por lo menos así lo siento yo.
ADELANTADO QUEMERO