Imaginen. Están de
novios, con 18 años y después de mucho esperar, se quedan solos. No aguantan más
la calentura, llevan 33 semanas de nada. Se ponen cómodos, se acarician, se
encuentran, se conocen y reconocen, se llevan despacito al goce más profundo y esperado. Se
entregan completamente. Se acerca el momento en el que por fin se van a sacar
la calentura, las ganas y por qué no salir de virgos. Se preparan para dejar de
ser el hazmerreír del curso y poder
sacar pecho el primer día hábil diciendo ¨lo hice, llegué al clímax¨. En ese preciso
momento previo al gran final que vienen imaginando desde hace nueve meses, de una y mil maneras, ¡la puerta de la
habitación se abre y entra el padre de tu pareja! Y te quedás tan duro que no
lo podes creer, tanto que ni siquiera te enoja. No lo poder digerir, se te enfría
el clímax hasta el paroxismo y por qué no perdés hasta tu pareja. Más o menos así fue
la sensación mía, personal e intransferible que me dejó el empate de Unión en
Santa Fe, que inauguró el torneo final, frente a "Los Pibes de Grondona".
El día arrancó de
manera ideal. Calorcito, tribuna, familia, amigos, el verde césped frente a mis
ojos, los papelitos, las banderas, la expectativa, la ilusión y las ganas de
arrancar ganando, para empezar a ahuyentar los malos efluvios. No sólo eso,
arranca el partido y antes de los 10 minutos ya estábamos gananciosos, más que
nada con actitud. Se lesiona Jara,
entra Juan Ignacio, y el equipo sigue arrimando peligro. La primera etapa se
nos va ganando por la mínima, y el segundo tiempo cuando se jugó, siguió igual,
sumando a esto que quedamos con uno más gran parte de la segunda parte. Parecía
que si, que si, que por fin, pero en el descuento del descuento… se cortó el
polvo. Y quedamos aturdidos por esa bola que les quedó regalada, como se decía
antes, en el epílogo del partido. No acabamos, no ganamos, casi casi, pero
nada, una retirada a las apuradas, la
cara de mi suegro mirando fijo y a esperar otra oportunidad. Sumar de a tres ya pertenece a la memoria a largo plazo.
A favor: actitud,
ganas de comerse al rival. Mucho trabajo en lo anímico al parecer del colorado.
En contra: es la
primera fecha, se podría haber dado el esquivo triunfo que no se da hace ya más
de nueve meses, y no se pudo cerrar el partido con un hombre más en la cancha.
Ni fu ni fa: esto
recién empieza, a no dramatizar. El pueblo tatengue acompaña y demostró que la
avenida es una fiesta.
P.D: !Qué ganas de
viajar a Mendoza y volver festejando! ¿Será?
Por lo menos así lo siento yo.
ADELANTADO TATENGUE