MAGRA COSECHA
Estos últimos tres puntos sobre doce posibles nos dejó con un pie en el andén viendo como parte el “Last train to London”. Creo que, una vez más, nos quedaremos cual personaje de canción, sentados en un banco de la estación esperando el amor que de regreso ya no reconoceremos.
Metáforas mediante, debemos reconocer que el partido fue intenso. Me sentí extenuado viéndolos correr tenazmente, sin pausa. Porque si hay algo que no puede reprochárseles es la actitud y el despliegue. Esto no quita que haya sido tedioso y rústico, sobre todo el primer tiempo donde la bocha flotaba por sobre los testuces. Era un cero a cero clavado. Afortunadamente,
la estúpida infracción cerca del área de Pillud en tiempo de descuento concluyó en una carambola similar al gol de Tigre que esta vuelta no lo fue por milagro. Hago hincapié en esto: Mostaza Merlo se ponía como loco e insultaba a quienes perpetraban este tipo de faltas.
Aunque el técnico recibió algunos silbidos, el análisis me demuestra que tácticamente estuvo correctamente planteado y que cada jugador cumplió su función dentro de la cancha. El problema estuvo en el chato nivel individual que es lo que, al fin y al cabo, inclina la balanza a favor. No digo que hayan jugado mal. De ninguna manera. Cumplieron, aprobaron, pero… sólo eso. Nadie descolló ni desequilibró y Arsenal es un hueso duro de roer.
Ya decididamente con Villar como cuatro y Pillud como tres, la defensa apareció mucho más sólida. Pero el déficit crece a medida que nos alejamos del chino Saja y nos acercamos al arco rival. Insisto, Pelletieri está errático y hace un largo tiempo que abandonó el mote de pulpo. Sand debe dejarle el puesto a otro referente de área (por ejemplo a Vietto) y colocar de entrada a Fariña o Hauche. No creo que existan muchas más variantes. Es lo que hay. Se nota la ausencia de un cinco con criterio como Yacob y Camoranesi no llega a ser un armador punzante que entregue dos o tres pases gol por partido y va diluyéndose a medida que transcurren los minutos.
Comienza a preocuparme la obcecación del pibe Centurión y ya hubo varios cruces de palabras con Vietto. Nadie niega de sus condiciones ni de lo, potencialmente, importante que es para el equipo pero deberá mechar sus pincelazos con algo de juego en grupo; más aún, contando con otro rapidito habilidoso como es Vietto. No puede jugar todo el tiempo al límite, al choque, buscando la infracción. Aquí debe intervenir el técnico para preservar tanta habilidad despilfarrada.
Para concluir, me parece acertado citar las propias frases del entrenador: “Al equipo le falta punch, no tiene lucidez en ese sentido”, dijo Zubeldía. “No lo digo por los nueve, sino porque nos falta el último pase… la asistencia”. “Sand y Cámpora son los delanteros que quería”. “Hicimos demasiado esfuerzo como para tener tan pocas situaciones; lo bueno es que ellos no nos inquietaron” “No nos bajamos ni nos subimos del campeonato, siempre dijimos que hay que sumar la mayor cantidad de puntos posibles, que teníamos que llegar a los 30 para no sufrir con el promedio”.
Es verdad, nunca vendió pato por gallareta. Sin embargo, deberá plantearse porqué el equipo perdió punch. Y creo que el problema reside en que ya no se generan espacios para los rapiditos ni se toman respiros para trabajar las pelotas paradas. En los últimos cinco partidos convertimos dos goles. Los resultados hablan por sí solos. Las matemáticas no mienten. Magra, magra cosecha.
Por lo menos así lo siento yo.
ADELANTADO ACADÉMICO
