Después de haber recibido llamados telefónicos y amenazas por un grupo de adelantados que lo único que pretenden es su propio beneficio, he decidido sentarme a redactar esta humilde nota. Por eso, ahora, vamos a lo que realmente nos importa: El gran momento de Olimpo en este tramo del torneo inicial. Para muchos impensado, para otros no tanto. Lo incuestionable es que el Aurinegro sigue ahí arriba peleando por volver a primera. 

Cuando digo incuestionable, hago referencia al buen funcionamiento que viene mostrando el equipo. Ese mismo que en las primeras fechas me generaba dudas, 

hoy genera todo lo contrario. Hay una realidad y es que a nadie (o a casi nadie) se le cruzaba por la cabeza pensar que este plantel podía responder tan rápido. 

“En el primer tiempo costó porque Banfield tiene jugadores habilidosos y ataca con mucha gente”, fue la explicación de Walter Perazzo a esa primera parte donde resistimos el buen fútbol que propuso el Taladro. Sufrimos la picardía de Silvera y los movimientos que ofrecían López y Prichoda, los volantes ofensivos del equipo del sur del conurbano bonaerense. 

En el segundo tiempo todo cambió. Quince minutos del entretiempo bastaron para que los muchachos corrigieran errores, ajusten cinturones y salgan a buscar los tres puntos. “Sabíamos que podíamos ganar y salimos con todo”, dijo el de Concordia cuando finalizó el partido. Y así fue, porque pocos minutos alcanzaron para que Bou le rompiera el arco a Santillo. De ahí en más todo fue distinto. Banfield tuvo que salir a buscar el partido y Olimpo de contra supo liquidarlo. Primero de penal y luego con una asistencia, otra vez, del numero siete, quien se llevó las miradas de todos los presentes. 

La seguridad de Champagne, la buena voluntad y la experiencia de Villavicencio, La fortaleza de Moiraghi, al esfuerzo de Gil que nunca para de correr, el ida y vuelta y el buen juego que proponen Vega y Gutierrez, la vuelta al gol de Benitez, la energía de Villanueva y el desgaste del pibito Martínez son atribuciones más que suficientes para que nosotros, los hinchas, nos ilusionemos con conseguir el objetivo. 

Hay un plantel con hambre de gloria, qué está intentando devolver a primera lo que perdimos por un grupo de hijos de puta, cuyos intereses eran solamente personales. 

Después del partido contra Banfield, me queda la imagen de los jugadores abrazados mirando a su gente. Ese abrazo que traspasó el alambrado y llegó al corazón de todos los Aurinegros que tuvimos la posibilidad de presenciar el encuentro. 

En fin, hay que seguir así, con esa paciencia y humildad que demuestran semana tras semana. Luchando y peleando cada pelota. Como dice la canción, "todos unidos triunfaremos". Desde acá, como siempre, estaremos acompañando a nuestro querido Olimpo. ¡¡¡Vamos Aurinegro!!!