SANTA RESURRECCIÓN
Emociones como la que vivimos todos los cuervos ayer no se pueden describir con palabras. No alcanzan. Salir del más oscuro de los pozos y devolver la alegría, esperanza y felicidad a los rostros más afligidos que se hayan visto en San Lorenzo en los últimos tiempos, todo en 45 minutos, es algo mágico, épico, para recordar por siempre.
Es la grandeza de un club como San Lorenzo de Almagro. Que sabe de gestas increíbles, de hazañas imposibles. Que demostró que aunque todos se empeñen por lastimarlo, no va a caer sin dar pelea. Ayer demostró que la historia está por encima del presente, que el nombre del club por encima del nombre de quienes lo manejan.
El fútbol es también momentos. Es entender que nada está terminado hasta que termina. Que Buffarini no baje los brazos y corra del minuto uno al minuto noventa como si nada. Que el Pipi confíe que puede desbordar y tirar el centro como hace diez años. Que Gigliotti se coma goles hechos abajo del arco con el pie, pero se mande de cabeza dos veces para anotar. Momentos únicos.
Con este envión anímico, no se puede pensar en otra cosa que en salvarnos de todo. Qué mejor manera de esperar la finalísima con Tigre. ¡Cuán esperanzadas van a ser estas dos semanas ahora! Claro que todavía falta. Pero, ¿quién le quita la sonrisa a un Cuervo hoy?
Por lo menos así lo siento yo.
ADELANTADO CUERVO