Mi nombre es Ariel. Mi nombre es Brian, Carlos, Daniel, Esteban, Florencia, Gabriela. Mi nombre también es Héctor, Inés, Juan y Karina. Mi nombre tiene todas las letras del abecedario. Soy Lucas, María, Nicolás, Omar y Patricia tanto Ruth, Sergio o Tamara. Y te hablo a vos:
Te explico: yo como tantos miles, estaba feliz. En estado UNIÓNICO pleno. Viví en estado de gratia plena las vicisitudes del último sábado, donde el glorioso CLUB ATLÉTICO UNIÓN DE SANTA FE ganó por la mínima in finem el clásico de la ciudad. Nada más hermoso para alimentar la leyenda que ganar de esta manera y dar ya casi por cerrado el año totalmente gananciosos, en casa engalanada para fiesta y viviendo, respirando, transpirando, comiendo, oliendo y soñando UNIÓN. Me hubiera encantado levantarme hoy, y escribir en estas líneas gastadas, impresiones, sentimientos gratos y trasmitir la inmensa dicha de sentirme parte de ese pueblo rojiblanco que seguirá de festejo largo rato.
Pero no. Tus acciones me llevaron a pensar, a sentir y experimentar otros derroteros. Y se me atragantó en la garganta algo que te lo tengo que decir por este medio, ya que nunca, como todos los de tu calaña, no das la cara para darme el gusto de cantarte unas cuantas verdades y ver como no me podés sostener la mirada. SOS un cobarde. No, esa palabra es muy suave. SOS un cagón. Un CAGÓN que te escudás en tus cagones secuaces para ejercer la violencia. No distingo si usas la gloriosa rojiblanca o la sangre y luto. Como cagón que SOS apretás y golpeás jugadores, apedreás micros, amenazás familias, pintás pelotudeces en las paredes haciendo vandalismo o le robás la camiseta a un pobre laburante. Siempre en manada, eso sí, como si eso te eximiera o justificara, como si fueras más vivo que los demás, como si tus actos no tuvieran consecuencia. Te apropiás de una derrota o éxito como si te perteneciera y te sentís respaldado para hacer lo que realmente querés hacer, que es portarte como un delincuente.
SOS un Ladrón. Un LADRÓN de baja estofa. Me robaste la tranquilidad para vivir de manera plena lo más hermoso de ese mágico sueño que es el fútbol. Vos y otros pocos (que lamentablemente parecen muchos) me afanaron la posibilidad de seguir a mi equipo donde yo quiera, me escamotearon poder llevar a mis retoños a cualquier cancha que quiera para vivir una fiesta, la alegría de alentar sin parar, de emocionarme en una tribuna en el culo del estadio junto a otros hermanos aportando un granito de arena para que los muchachos allá abajo, sientan que no están solos y que mediante nosotros que estábamos ahí, representan a todo el pueblo tatengue. Gracias a tu robo y es de otros idiotontos, no puedo hacerlo más.
Sos un idiota. Esa persona que agredís con tu sola presencia, es aquella que te dará una mano cuando el agua avance, o es aquella que te dará o a la que le darás trabajo, que consumirá lo que producís o producirá lo que consumes, que educará a tus hijos o que educarán tus hijos, que te cuidará en la calle o el trabajo o te sanará en un hospital, o te trasladará en una ambulancia a vos o a algún familiar. Esa persona que agrediste con la excusa de una camiseta es aquella que te puede consolar cuando lo necesites, es aquella que mantendrá seguras y limpias las calles para que circules por ellas, o le pondrá nafta a tu auto, o lo reparará, o te llevará donde quieras ir, o quizás creará las canciones que te guste bailar o cantar, o comprará los discos que edites y bailará tu música. Quién sabe. Lo que sí se sabe es que esa persona tiene nombre y apellido, no se esconde como vos y entiende que vivir en sociedad es aceptar y llamar cada cosa por su nombre, que todos nos necesitamos entre todos porque cada uno tiene una función que desarrollar.
¿No te das cuenta, imbécil, que portándote como un delincuente estás fuera de esa sociedad? La cual créeme, necesitas más que nadie.
NO sos un hincha. Ni simpatizante. Aunque te disfraces como uno, ensuciando la gloriosa casaca rojiblanca o la sangre y luto. Pero no entendés nada de pasión. El hincha de verdad alienta, sufre, vive, ama a su club de manera irracional y quiere que el mismo crezca y se potencie hasta lo imposible. No pone por delante sus mezquinos intereses para sacar ventajas, ni se escuda en una pseudo identificación para dañar la institución. Vos no tenés club, tenés pandilla. Vos no tenés historia, tenés prontuario. Vos no tenés barra, tenés una asociación ilícita. Vos no tenés sentimiento, tenés vergüenza. Vergüenza de ser lo que sos y envidia del hincha genuino que va de fiesta al estadio, sea el 15 de abril o la pecera.
Mi nombre es Zulema. Es Yoel. Es Uriel. También me llamo Marta, Néstor y Laura. Me conocen como Mirko, Leonel y Nahuel. También me dicen Rocío, Carla y Nahiara. Y te quiero decir algo más: estás a tiempo. Recapacitá, pelotudo. Estás a tiempo. Hacé un mea culpa y pagá con justicia lo que hiciste. Vení a pedirme perdón. Y empezá a ganarte el inmenso honor de estar a mi lado en la tribuna, aprendá a alentar y quizás si vos cambiás y yo te acepto una vez pagadas tus culpas, realmente veremos al club crecer y enaltecernos como hinchas, y por transferencia al fútbol todo. Ahí sí, después del partido, nos juntamos y tomamos una cerveza, nos gastamos, nos reímos y seguimos adelante. Ya sea que portes como yo la gloriosa rojiblanca, o prefieras ponerte la sangre y luto.
Por lo menos así lo siento yo.
ADELANTADO TATENGUE - @AdelantadoUnion