La Copa Libertadores, dejó,
sin dudas, un escenario de pura alegría. La sensación de que, a partir
de aquel 5 de Agosto de 2015, no importa más nada. Error. El fútbol
sigue, River sigue, y los hinchas debemos seguir exigiendo. ¿A este
plantel que ganó todo? Sí, señor. Más que nunca.
Me
hubiese encantado hacer la típica columna de agradecimiento a los
jugadores, uno por uno, chupándoles el orto a más no poder. Pero
considero que hay cosas más interesantes en las que hay que fijarse y no
todo el mundo pone el foco.
River es muy grande, muchachos, y el hincha que aplaude la derrota -jugando de esta manera paupérrima- me da mucha pena. Del fútbol y coraje que mostraron (y siguen mostrando) los pilares del campeón de América no hace falta hablar. Ni mencionar quiénes fueron. Cada uno sabe quién transpira, quién juega, quién regula, y el foco de esta columna: reconocer el gran logro, pero querer seguir por la senda del triunfo. ¿Catastrofizar la situación? Jamás. ¿Exigir? Siempre. Acá no importa quién llena más la cancha, ni quién canta más, ni quién carajo tiene el cantito más piola. Importa el fútbol, y al fútbol se juega haciendo goles. Para hacer goles hay que jugar bien. Al que le gusta, bárbaro, y al que no, que se aleje de Figueroa Alcorta y Udaondo y raje para el barrio apestoso aquel.
El título dejó
varios factores para analizar de cara a lo que se viene. Las idas
confirmadas de jugadores claves como Funes Mori y Kranevitter, sumadas a
las aún no confirmadas pero probables salidas de Barovero, Mercado,
Maidana, Balanta, Vangioni y Mora en diciembre. Más de medio equipo.
Guita hay, ojo clínico también. Habrá que pegarla en cuanto a los
puestos y la danza de nombres que siempre rodea el Monumental.
Arzura,
Chino Romero, Martínez, el 5 de Unión, tu vieja, Beckham y Cristiano
Ronaldo, son algunos de los apellidos que suenan. Refuerzos que, a priori,
van acordes a nuestra historia e idea. Bárbaro, caso semi cerrado. A
otra cosa.
Pero... ¿Qué carajo nos pasó en
cuanto a aplaudir derrotas NO DIGNAS? Insisto en que criticar sin
construir es de termo y desagradecido. Pero, ¿por qué dejamos de pedir
fútbol y comenzamos a repetir como loros "Somos campeones de América,
qué querés" como respuesta a toda crítica hacia nuestro equipo, venga de
quien venga?
No es así. No suframos la
bosterización del hincha. Sigamos marcando la diferencia, por favor.
¿Qué es eso de aplaudir y celebrar rendimientos mediocres? El otro día,
en la cancha contra Huracán, mientras el partido estaba 1 a 1 y River se
exhibía desorientado en el verde césped, la hinchada que se ubica en la
Sívori Alta empezó a cantar el famoso "Movete River movete" y
automáticamente todo el estadio empezó con el "Soy de River, soy de
River" como si alguien estuviera bardeando a los jugadores. No, hermano,
se está pidiendo que se dejen de joder, nada raro, nada obsceno en el
lenguaje de cancha.
Me fui caliente, no por el
resultado, si no por esa actitud de dejar pasar toooooodo, a partir de
un logro, que si bien es único y casi inédito en nuestra historia, no
tiene que ser sinónimo de levantar el pie del acelerador. Recuerden cómo
nos fue cuando eso pasó.
River es muy grande, muchachos, y el hincha que aplaude la derrota -jugando de esta manera paupérrima- me da mucha pena. Del fútbol y coraje que mostraron (y siguen mostrando) los pilares del campeón de América no hace falta hablar. Ni mencionar quiénes fueron. Cada uno sabe quién transpira, quién juega, quién regula, y el foco de esta columna: reconocer el gran logro, pero querer seguir por la senda del triunfo. ¿Catastrofizar la situación? Jamás. ¿Exigir? Siempre. Acá no importa quién llena más la cancha, ni quién canta más, ni quién carajo tiene el cantito más piola. Importa el fútbol, y al fútbol se juega haciendo goles. Para hacer goles hay que jugar bien. Al que le gusta, bárbaro, y al que no, que se aleje de Figueroa Alcorta y Udaondo y raje para el barrio apestoso aquel.
Por lo menos así lo siento yo.
ADELANTADO MILLO