Como la letra del doctor cuando te receta un medicamento, que de alguna manera misteriosa todos los farmacéuticos logran entender y vos tenés que hacer un curso para poder entenderla. Como esos mensajes o estados que en Facebook publica esa flaca que te tiene loco, y estás un día y medio dándole vueltas si es para vos, para otro, o le gustó la canción. Así de complicado está entender a Newell’s.
La verdad que no puedo comprender cómo hizo el equipo para
jugar tan pero tan mal el primer tiempo, y después pasar por arriba a Sarmiento
los primeros veinte minutos del segundo tiempo, para después dormirse de nuevo
y dejar que los de Junín descuenten y pongan a los leprosos al borde del
infarto.
Nobleza obliga, todos sabíamos que ésto era lo que se venía.
Basta de tiki tiki, se terminó el toqueteo, y a priorizar un poco la defensa.
El estilo del Tolo, ni más ni menos. El problema es que, a mi entender, se está
yendo un poquito lejos con ésto. Todos los hinchas queremos que a la Lepra le
vaya bien y que gane siempre, pero querer cerrar el partido a los 15 del
segundo tiempo me parece un poquito mucho. Peor cuando el rival es claramente
inferior, y se te viene encima a los ponchazos para hacerte sufrir al pedo,
porque estás treinta metros atrás y sacar una contra decente es un parto.
Tengo que reconocer, por otra parte, que estos partidos
otras veces los empatábamos o perdíamos. Y que el Tolo, confiando en él,
recuperó a Alexis Castro que estaba relegado y a punto de irse.
La mejor noticia recibida últimamente está claro que es la
vuelta de Nacho Scocco al gol, sacándose la mufa después de meses sin convertir
y volviendo a parecerse a su mejor versión. Notición que el 32 vuelva a convertir, porque el equipo no
puede depender únicamente de Maxi para salir adelante.
Se ganó. Se podría haber goleado. Pero todavía el equipo no
gusta.
Por lo menos, así lo siento yo.
ADELANTADO LEPROSO