NOVEDADES

30 octubre 2014

DESCASSETTEANDO Nº 62


30 octubre 2014

Pipo Gorosito: “Es un orgullo y una alegría enorme dirigir a Riquelme”.

Dirigir a Riquelme es un pijazo inexplicable. Bancármelo todos los días armando puterío en el vestuario, armando “el bando de Riquelme” contra “el bando de Ledesma”, hablando de los asados que va a hacer el viernes, cebando mate mientras los demás corren dos horas por día. Soportar que no juegue durante seis meses por una contractura en el gemelo. Escucharlo en todas las conferencias de prensa hablando sobre Boca mientras Argentinos hipoteca la cancha para pagarle el sueldo. Y encima de todo, tener que caretearla cuando mete algún gol y decir que “es un jugador distinto”, que “es un placer verlo jugar” y que “es el mejor jugador del fútbol nacional”, cuando la verdad es que “es un jugador extinto”, “es un milagro verlo jugar” y “es la mejor heladera de fabricación nacional”.

Blatter: “Fue incorrecto darle el balón de oro a Messi en el Mundial”.

Darle el balón de oro a Messi en la final del Mundial fue la decisión más acertada que tomé como presidente de FIFA, y posiblemente en mi vida. Fue hasta más inteligente que hacer negocios con Grondona. Fue la mejor movida marketinera de la historia. Después de ese día, Adidas me manda todos los días a casa 15 camiones cisterna repletos de euros. ¡Que la chupen los alemanes! ¡Kroos, Götze, Schweinsteiger! Esos nombres impronunciables tienen menos destino marketinero que Rosemary, la negra de Showmatch. Y que Cristiano prepare el ojete: le voy a dar balones de oro a Messi de acá a que se termine mi cargo, aunque en los mundiales juegue peor que Krupoviesa.

Diego Milito: “Mi hijo de 7 años enloqueció de alegría cuando le dije que volvía a Racing”.

Cuando le dije que volvía a Racing, mi hijo de 7 años me preguntó qué carajo me pasaba. Me puteó en casi todos los colores. Me dijo que Racing era un equipo de mierda mufado por todos los dioses y que lo mejor que me podía pasar era romperme los ligamentos como el tío Gaby y no jugar más. Me recordó que en Avellaneda te matan por dos mangos y te afanan el auto para vender los repuestos en Warnes. Me dijo que me iban a pesificar el sueldo, que era un pelotudo, que en Inter ya estaba de vuelta pero que era preferible arriesgarse a que Icardi se serruchara a su mamá antes de que su papá viajara 14 mil kilómetros para hacer dupla con Hauche. Enloqueció totalmente. No me habla más desde entonces.

Rodolfo Arruabarrena: “Sería estúpido pensar en una semifinal con River antes de jugar con Cerro Porteño”.

Me levanto a la mañana pensando en qué arma defensiva me conviene utilizar para frenar a Teo Gutiérrez. Mientras almuerzo, pienso cómo carajo frenar las subidas del muerto de Sánchez. A la tarde, meriendo imaginando cómo Chávez los empoma de espaldas al arco. Y a la noche, me la paso analizando cómo carajo explicarle al boludo de Orión que no tiene que comerse goles en los clásicos. ¿Cerro Porteño? ¿Qué es eso? ¿Desde cuándo hay montañas en Buenos Aires? Que yo sepa la única montaña que conocen en la City es la de dólares que se están negociando en las cuevas.

Matías Lammens: “Los hinchas de Boca y de River me paran en la calle y me felicitan”.

Los hinchas de Boca, de River y de todos los clubes de Argentina, me paran en la calle y me preguntan quién soy. Me dicen que me ven cara conocida, hasta que se dan cuenta y me dicen cosas como: “¡Ya te tengo! Vos estás en el Bailando“, o “¡Ya sé! ¡Sos el hermano de Tinelli! ¿No? ¡Si siempre aparecés con él!”. Me tienen las bolas llenas. Piensan que soy un títere y que haber salido campeones del torneo el año pasado y haber ganado la Libertadores por primera vez en la historia es todo mérito de Tinelli. Y lo peor es que tienen razón.

Oscar Romero, jugador de Cerro Porteño: “Astrada y Hernán Díaz nos contaron que en la Bombonera hay mucha presión y que el público canta siempre”.

Astrada y Díaz nos contaron que lo de la presión en la Bombonera es una de las tres mentiras más grandes del hombre, junto a “Dios existe” y “seguí chupando que te aviso”. Nos dijeron que parece que el público canta siempre, pero en realidad hacen playback, porque un negrito de La 12 conecta un mp3 a los 25 parlantes que tienen atrás de los arcos y parece que no se cansan de alentar. Nos dijeron que, además, nos despreocupemos porque en la tercera bandeja hay más vacío que en la parrilla de Samid. Y que también, si íbamos ganando nosotros, los plateístas se iban media hora antes, aunque también nos advirtieron que nos cuidemos atrás porque cada vez que jugaban contra Boca ellos se iban con el culo hecho un desastre.
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