¡¡Qué partido jugó Rojo,carajo!! ¡¡Qué jugador, Marquitos querido!! Es el comentario de todos los diarios. Ahí tienen, los que lo critican, ¡abran los ojos! Lo acusan de rústico y tiró una rabona para salir jugando… Cuando llegó al vestuario, me confesó que la única vez que había hecho la rabona fue para faltar a un examen en el secundario. ¡Qué grande! No dudo que después de esta Copa del Mundo va a terminar en Milan, Madrid o Barcelona. Son lindas ciudades para ir de vacaciones, y él tiene la idea de viajar con amigos. Es el alma, es la bandera del equipo, aunque muchos crean que es el mástil.
Ayer ganamos un partido muy duro contra un equipo que es una potencia mundial. Es más, eran como dos equipos: Bosnia y Herzegovina. Planteamos un esquema muy valiente, con Campagnaro en cancha y Romero en el arco. Quise meter también a Andújar, pero me dijo Camino que la FIFA todavía no permite incluir dos arqueros entre los 11. Yo le dije que le comente a Blatter que entre Romero y Andújar hacíamos uno, pero igual no nos dejaron…
Lo más importante de todo es que Lío terminó muy bien, como quien dice, y además hizo un gol. Estaba contento, se reía, como Basanta con dos colas. Hoy le voy a comprar una bolsa de chupetines para que comparta con sus amigos. Me dicen que a Lavezzi le encanta chupar, así que seguro liga alguno. Yo tengo que seguir igual: mimándolo, contándole cuentitos antes de dormir, vomitando a su lado para que no se sienta solo y, hasta que me dé el físico, llevándolo a upa a todos lados. No le puede pasar nada, porque como siempre digo… Si Lío no puede jugar, retiro el equipo y nos volvemos a Buenos Aires. Para papelones ya está Uruguay. Yo ya tengo todo pensado: me vuelvo a City Bell y me pongo a vender garrapiñadas.
El que me desconcertó un poco después de la holgada victoria de ayer fue Bilardo. Anoche le pregunté si le gustó el planteo del segundo tiempo o prefiere los cinco abajo, y me respondió con un grito: “¿Qué lo vas a curar al rival? ¡¿Qué carajo me importa el rival a mi?! ¡Al rival pisalo, pisalo!”. No sé qué habrá escuchado, la verdad es que no entendí nada de lo que me quiso decir. Pero bueno, Carlos es así.
Algo muy raro pasó hoy, ni bien terminó el partido de Alemania: me llamó Maradona. Antes de poder preguntarle qué necesitaba, me dijo: “Alejandro, vos tranquilo. No hay que comerse el chamuyo de los alemanes”, le agradecí, aunque yo me despreocupo porque alemán no entiendo.
Bueno, me voy a preguntarle a Camino si consiguió la autorización de la FIFA para jugar con una camiseta blanca con bastones rojos. Julián es muy insistente. Los pincha y los pincha para que le digan que sí. Ojalá tengamos suerte, como quien dice.
Bueno, me voy a preguntarle a Camino si consiguió la autorización de la FIFA para jugar con una camiseta blanca con bastones rojos. Julián es muy insistente. Los pincha y los pincha para que le digan que sí. Ojalá tengamos suerte, como quien dice.