NOVEDADES

13 mayo 2014

LAS COSAS EN SU LUGAR


13 mayo 2014

Me cuesta mucho expresar con palabras todo lo que en este momento le pasa al hincha de Quilmes por la cabeza y el corazón. Sencillamente es difícil resumir la sensación que nos regala tanta alegría después de tanto sufrimiento.

Es que Quilmes arrancó la 2013/2014 en la luna, y aunque en un principio se mostró tranquilo, se le vinieron encima días de furia. Tuvo sus noches y tardes en las que recordó la victoria, pero también se lo ha visto desconectado de todo, cual paciente en coma 4. La dolorosa etapa de transición, con problemas hasta los dientes, llevaba a la lógica pregunta: ¿hasta cuándo? El Cervecero intentó responder esa incógnita haciendo uso de sus reservas de alegría, pero poco le duraba la sonrisa porque lejos de la viveza, los protagonistas se complicaban solitos al actuar como primates, más changos que sabios.

Superados por excesiva ansiedad, los hinchas estábamos hartos de quedar disconformes. No se podían cerrar los partidos, y las fallas propias de un grupo aprendiz nos llenaban constantemente de un sabor agridulce, porque estábamos frente a un equipo que no dejaba de dar una y otra puntada sin hilo. Veíamos que los muchachos, dormidos, se dejaban madrugar y todo seguía igual. Con ese clima, el sistema nervioso central ya se alborotaba y, como si fuera poco, volvíamos a presenciar conflictos internos y mala junta.

La realidad del Decano iba de mal en peor, de tormentas y ciclones. No se lograban más que efímeras muecas sonrientes que cotizaban apenas en chirolas, y los intentos de costumbre de estar tranquilos, eran una racha apuñalada por la otra, la peor costumbre, la de perder y mantener la boca cerrada sin gritar goles.

Tan sólo quedaba soñar con ser salpicados de vida por la llegada de momentos dulces, como la crema del cielo, y repentinamente pasó. Duró poco y otra vez, cuando el alivio amagaba, padecimos el cíclico vicio del Quilmes del revés. Con hazañas de visitante y pálidas de local, llegó a ser un extraño en su tierra que acumulaba importantísimas cuentas pendientes por saldar, si acaso había alguna aspiración de seguir en el fútbol grande.

Ante los números en rojo, las expectativas negativas y el panorama nada alentador, la sorpresa llegó justo a tiempo. Quilmes respondió, fue al frente a pelear por su vida y derramó hasta la última gota de sangre para poner las cosas en su lugar. Gritamos, nos abrazamos y lloramos como si tuviéramos cebollitas en los ojos, y estoy convencido de que todo valió la pena.

Quilmes es de Primera, y de Primera no se va.

Por lo menos así lo siento yo.

ADELANTADO CERVECERO – @adrian28qac 
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