El domingo vivimos sensaciones y emociones encontradas, porque nos íbamos a la B, nos mandaba al descenso un ex jugador del club, festejábamos el gol de Olimpo y nos quedábamos, pero todo volvía a la nada cuando el “Chipi” Gandín –héroe del primer ascenso- nos amargaba empatando para Colón. Aunque la historia parecía convertirse en un desempate inevitable, apareció un tal Lucas Albertengo, un enviado del señor, tallado a huevo y corazón, que nos hizo llorar en el piso, como diciéndonos ya está, se terminó el sufrimiento. Sin embargo no, tenemos tan poco culo que Colón la mete en el último suspiro, con un gol dudoso y de rebote, para convertir euforia y alegría en bronca y tristeza.
Entonces quedará una historia más por contar, un partido más para sufrir. Tendremos que esperar hasta el sábado. Una vez más, varias noches en vela sin otro asunto en la cabeza que no sea el partido. Pero bueno, así son las cosas y así es el amor, te atrapa y te deja enfermo, nos deja enfermos, esta enfermedad que nos alimenta y tanto nos gusta.
Por eso muchachos, solo queda decirles que el sábado, estemos o no en la cancha, no van a estar solos. Rafaela va a estar pendiente de ustedes, unos pocos los querrán ver fracasar pero la ciudad menos algunos los va a alentar. ¡Háganlo por nosotros, estamos con ustedes!
Que sea lo que Dios quiera... ¡y Dios quiera que gane Atlético!
Por lo menos así lo siento yo.
ADELANTADO CREMOSO - @ExequielMelano
