La pasé mal mirando el partido. Estuve incómodo. Un poco por el recuerdo que me generaban esas camisetas celestes, seguramente asociadas a una etapa negra de River. Y otro poco porque, oh casualidad, eso es lo que genera Belgrano: incomodidad.
Estoy seguro de que en el living de Zielinski los sillones son de piedra. A la mujer, para el cumpleaños, le regala zapatos con clavos. Ese hombre vive hostigando, incomodando a los demás. Estoy seguro de que si vas a la casa, te hace comer parado, y antes de que termines el último bocado de un bife crudo te mete el café con un embudo en la boca. Lo imagino al Ruso, casi echándote cuando empezabas a pasarla bien, un pésimo anfitrión. Es más: si puede, se garcha a tu mujer. Belgrano es un equipo que te morfa los tobillos, redobla la marca en defensa y te ejecuta de contragolpe. No es Boca, no es Newell´s, no es Velez, que te dejan jugar. Belgrano está diseñado para incomodar, a pesar de que no paran de venderle jugadores. Lo sabe su hinchada, lo sabe el plantel, lo sabe la prensa, lo saben hasta las sierras cordobesas, si te animás a preguntarle en voz baja.
Si uno dice que lo saben "todos", debió saberlo Ramón. Quiero imaginar que fue así, que preparó al menos una práctica donde los defensores tuvieran que marcar a un solo delantero; y al revés, en que sus delanteros fueran marcados por muchos defensores. Quiero suponer que pensó en la necesidad de abrir la cancha y la defensa rival. Quiero creer que estaba la posibilidad de jugar con 3 defensores para ganar el mediocampo y atacar por las bandas. Quiero tener la seguridad de que el Keko estaba con diarrea, vómitos y alucinaciones, como mínimo, para no tirarlo a la cancha en el segundo tiempo. Quiero, quiero, quiero.
En esta columna se vuelcan opiniones personales. Podés estar de acuerdo, o no. Y por eso están allí debajo los casilleros para que dejes tu apreciación, pero la mi opinión es clara y sencilla.
Ramón sintió la obligación de atacar, porque podía llegar a la punta y porque River es un club muy grande, enorme. Pero no sintió la convicción millonaria. ¿Qué es eso? Un sentimiento que los xeneizes desconocen, una llama interna que te diferencia del resto, el compromiso con vos mismo, el fuego sagrado de buscar la victoria, incluso asumiendo riesgos. La audacia, ese plus que está por encima de la obligación y de lo "políticamente correcto".
Sentí que Belgrano tuvo un estratega, a quien felicito. Y que River apenas tuvo un técnico.
No pienso hablar de fallos arbitrales. Dejemos eso para los primos que lloran córners. Hablemos de grandeza. Este River está obligado a ser grande. Solo le falta que la convicción llegue desde el banco.
Por lo menos así lo siento yo.
ADELANTADO MILLONARIO - @adelantadoriver