La hinchada lo pedía a gritos: Wilchez tenía que estar desde el arranque. Es el socio ideal para Perez García y tenía que ser titular. No había lugar para las especulaciones, era un partido para quedarse con los tres puntos si o si.
Y Luquitas se puso el equipo al hombro, mientras el 10 se las arreglaba para esquivar jugadores y patadas (¡¡Cómo le pegan a Matías!!). Wilchez llevó la batuta del ataque Matador; con Peñalba entregándole la pelota siempre limpita; con Itabel pasando y pasando, con el Pelado pivoteando y aguantando todo; con Arzura y sus seis pulmones, con los laterales subiendo cuando tenían la mínima oportunidad; con los centrales bien firmes y reventando si era necesario. Y con Javi que nuevamente se destacó en las poquísimas pero peligrosas pelotas en las que tuvo que decir presente.
Así tenía que jugar Tigre, así lo entendieron los jugadores y el técnico. Había que arriesgar, ir para adelante, sin importar si quedaba algún huequito atrás, era el partido y el momento para olvidarse de todo y salir a buscarlo.
Y cuando parecía ya lejano el zapatazo de Nahuelpan, y All Boys de a poquito se empezaba a animar, se invirtieron los roles. El grandote por afuera, el 10 por adentro y definición perfecta para liquidar el partido. Todo lo demás estuvo de sobra y a festejar en la tribuna, con una hinchada que estaba como loca luego de estar ahí nomas del temible descenso, para luego en dos partidos sacar ocho de diferencia.
Ahora a pensar, a no volvernos locos, a no creer que todo está listo y ya no hay más problemas, a usar la cabeza. Tenemos tiempo para descansar, mientras todos juegan entre semana, nosotros estaremos tranquilos por la postergación del partido contra Lanús.
Y se vendrá Boca el domingo, nuevamente en casita, ideal para estirar la racha, ideal para mostrar que podemos estar más arriba y olvidarnos definitivamente del descenso hasta la temporada que viene.
Por lo menos así lo siento yo.
ADELANTADO MATADOR - @Matador1MA
