RAFAELA 1 BELGRANO 2
Le correspondía el andarivel número 8, por haber hecho el peor tiempo en las etapas clasificatorias. Cuando pasó el camarógrafo frente a los corredores, guiñó canchero el ojo a los miles de televidentes.
Sonó la voz de las autoridades, señalando la toma de posición. Apoyó firmemente sus rodillas y manos en la pista y esperó, confiado de su suerte. Era el gran momento de la competencia: la final de los 100 metros llanos.
Se hizo un silencio majestuoso en el estadio. Entonces sonó el disparo, dando inicio a la carrera. Hasta los 50 metros, todos los corredores fueron parejos, menos él que iba por detrás. La situación siguió así hasta los últimos 20, cuando con un sprint final furioso los pasó, ganándose las miradas de sorpresa e incredulidad. Ya ganador, bajó la vista hacia su vestimenta celeste y recordó la enseñanza de su gran maestro, Belgrano: lo mejor es arrancar perdiendo para después ponértela bien puesta.
Por lo menos así lo vemos nosotros.
