Una tarde de sábado puede servir para arreglar ese cuerito de la canilla del baño que te está taladrando el cerebro desde hace meses. O quizás viene perfecto para que ordenes el cajón del placard, así no tenés que hacer fuerza tironeando de una media mientras rezás que la otra ande cerca. Tal vez la tarde del sábado es ideal para ir hasta el Puerto de Frutos a comprar una maceta nueva para el ficus, que está por reventar el balde viejo en el que lo metiste. Por ahí te conviene invertir el tiempo en planchar todas esas camisas que acumulaste y que tu mujer no piensa tocar ni con un palo. O podría ser un momento genial para ir a visitar a tía Alberta, antes de que se vaya al descenso sin dejarte ni siquiera la mesita del jardín. También puede aprovecharse el rato para dormir una siesta. Podrías llevar a tus pibes a conocer Temaiken, antes que los suricatas se envicien comiendo alfajores y otras golosinas que la gente les tira por la cabeza. La tarde de sábado está para cualquier cosa. Por eso, ¿Cómo vas a desperdiciarla mirando Rafaela contra All Boys?
Por lo menos así lo vemos nosotros.
