GIMNASIA 3 NEWELL´S 0
Abrió los ojos, dio media vuelta en la cama y encontró la jeta de su jermu, sin gracia, arrugada, cercana a la fealdad.
Se desperezó y recordó el comienzo de la relación, las interminables salidas en que tomar su mano era lo más parecido que podía haber a la gloria en esta vida, cuando ese rostro conservaba la belleza casi pura de la juventud. Ahora era la desilusión de cada día. Ya no sabía qué hacer para que la presencia de su esposa se tornara algo agradable. Para él, la convivencia era sinónimo de reproches, quejas y golpes diarios, a veces con puños cerrados, otras a los rasguños.
Quien lo acariciaba tan dulcemente había transformado su vida en un desierto seco, frustrado, postal de la desolación. ¿Dónde habían quedado las proezas de su juventud, las atorranteadas, las avivadas? ¿Hacia qué tierras oscuras partió ese pasado glorioso? ¿En qué sitio de su ser interior había quedado el campeón, aquél en que los ojos femeninos se posaban deseosos? Ahora se sentía como Newell’s, deglutido por el Lobo, olvidó lo que es el triunfo.
Por lo menos así lo vemos nosotros.
