No daba lo mismo ganar o perder. El futuro de River no iba a ser el mismo ganando o perdiendo, no lo veo así. Porque la gente que se acercó a la cancha a las nueve de la noche, habiendo que laburar al otro día se pudo ir con una mueca de felicidad. Su equipo jugó nuevamente horrible, sí. Un desastre, nuevamente sin ideas y, de no haber sido por la mala fortuna rival, otro hubiese sido el resultado. Pero creeme que no daba lo mismo. Porque la gente pudo celebrar un poco, mofarse de Migliore, de la nacionalidad de los primos y hasta darle la derecha por seis meses más a Ramón.
La pobreza futbolística millonaria no es novedad, y ya no resiste ningún análisis. No invento nada diciendo que otra vez fuimos flacos y desordenados, que no tuvimos peso arriba, que fuimos una lágrima. La verdad podría repetirlo y poner énfasis en eso. Pero siento que, por lo menos hasta diciembre, decir eso ya no suma, qué se yo. Todos lo saben y es el desafío revertirlo de cara a lo que viene.
Con suerte los cambios arriba se reflejarán abajo, en la cancha. Y si bien para muchos daba lo mismo ganar, estos últimos dos partidos a mí me parecen fundamentales para el estado de ánimo de todos, para el bien de River. Quieran o no la cabeza tiene mucho que ver, no es lo mismo terminar el año con dos victorias. Que sea el principio de un cambio profundo, porque la gente lo merece. Merece ver a su equipo en lo más alto y peleando cosas importantes, merece alegrías, merece títulos. Mi deseo es que de todo este desorden y falta de ideas se pueda crecer y volver a ser.
Por lo menos así lo siento yo.
ADELANTADO MILLONARIO - @Gaspar_L
