La principal virtud del mago, la esencia de la ilusión, está en desviar la atención del público hacia otro lado. Mientras muestra ampulosamente que no hay nada de bajo de sus mangas, el truco ya se está ejecutando en otra parte, donde el ojo del espectador no está acostumbrado a fijarse.
El mago Julito fue famoso por hacer del arte de la prestidigitación un medio para robarle a sus espectadores. Al principio era bastante poco ortodoxo: robaba a la vista de todos, sin distraerlos antes, lo que ocasionaba el enojo y la indignación del público, que se daba cuenta de la estafa.
Ayer, Arsenal empató sin demasiado barullo, lo que le pudo costar la pelea por el título. Extrañamente, no hubo penales a favor, ni goles en offside convalidados, ni dieciséis expulsiones al rival. Empató, normalmente: nada por aquí, nada por allá. El mago Julito distrajo. Estará preparando el gran truco.
Por lo menos así lo vemos nosotros.
