Para vos no fue fácil. Te mandaste muchas cagadas, y por eso estuviste guardado durante tres años. Eso te privó de una las cosas esenciales para vivir. Al principio te aguantaste, pero con el tiempo te empezaste a obsesionar. Entonces las ganas de hacerlo se fueron transformando en una necesidad. Por momentos te atormentó la posibilidad de que nunca pudieras volver a encontrarte con esa sensación. Así fue que te gratificaste con placeres menores. O te descargaste con lo primero que pudiste conseguir, así como alguno se habrá descargado con vos.
Te entretuviste imaginando cómo sería volver a sentirlo, qué pasaría cuando finalmente se te diera de nuevo. Y entre tanta fantasía y deseo postergado se fue haciendo el momento oportuno. Así ya no hubo tiempo de imaginar. Ante la chance de recuperar este placer tan postergado, fuiste un depósito gigantesco de ganas, la víctima de una excitación inolvidable. Arremetiste con furia, impulsado por todo eso que acumulaste. Ahora ya está. Se te dio, relajáte. Prendéte un pucho y gozá el pospolvo, Central.
Por lo menos así lo vemos nosotros.