LANUS 0 RIVER 1
Dentro de la cancha, discutía los fallos, simulaba, fingía, insultaba. Como los magos pícaros, hacía lo imposible para desviar la atención y hacer el truco con la otra mano. Y los rivales expulsados, mareados, desconcentrados, nerviosos y sin moral, se lamentaban una y otra vez de no haberse anticipado al pronóstico de provocación contagiosa. Guillermo Barros Schelotto sabía perfectamente cómo generar ese efecto en el equipo rival.
Contra River, debió sufrir en carne propia la locura que te deja "chapita" y no encontró el antídoto. De haberlo tenido, hubiese calmado a sus defensores y evitado ese goltz tan pelotudo que lo alejó del campeonato.
Por lo menos, así lo vemos nosotros.