Así lo hizo. Dejó esa comodidad de España y su sueldo en euros para dar una mano en el momento más difícil de la historia del club. Absorbió las críticas, las presiones y los rumores que susurraban por debajo que Ponzio “estaba de vuelta”. No vino como figura rutilante, ni fue el regreso de ningún ídolo. Por lo bajo y calladito, se paró en la mitad de la cancha y se ganó cada uno de los aplausos: la gente vio sus ganas y su garra, y cómo ese león del mediocampo se afianzaba en el once titular.
Fue imposible sacarlo desde entonces, tanto que en algún momento River dependió exclusivamente de él. De su pase, de su pegada, de su cabeza fría. Su altísimo rendimiento lo llevó a ser indiscutido, a ser él y diez más. Y no por su picardía al declarar, ni por sus burlas al rival; todos los elogios se los ganó jugando al fútbol. Pidiéndola en los momentos más difíciles, corriendo cuando el aire escaseaba, dejando todo cuando había que hacerlo. Eso llevo a que Leo Ponzio sea hoy el emblema del Millonario, su piedra angular.
Lamentablemente para él y para todo el mundo Riverplatense, cuando estaba en el pico de su rendimiento, las lesiones le jugaron una mala pasada. Su propia ansiedad por ponerse la banda cruzada lo llevó a ausentarse aún más tiempo de la pelota, y hoy busca ponerse a punto para volver a ser el que era a esta altura del año pasado. River lo necesita. Necesita un primer pase, una cabeza levantada, un cambio de frente, un bombazo desde afuera; necesita a Ponzio en un cien por ciento.
No salió de las inferiores, ni es multicampeón, ni es un hincha ferviente. Es sólo un tipo que siempre dejó todo, y la gente se lo reconoce. A fuerza de buenas actuaciones se ganó un lugar en el corazón del hincha millonario. Actual referente y merecido emblema: Leonardo Ponzio, el león.
Por lo menos así lo siento yo.
ADELANTADO MILLONARIO - @Gaspar_L