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02 mayo 2013

POR QUÉ NO JUGÓ MESSI


02 mayo 2013

¡Hola, abúlicos lectores de 1mtrA! Sí, yo de nuevo. En una cruzada interminable por conseguir una nota con Messi. Para cuando lean esto seguro ya habrán leído un montón de explicaciones sobre la semi de ayer. Como les dije, en la escuela de Niembro y Araujo no tuvimos tiempo de aprender a ver fútbol, así que del análisis del juego que se encarguen los que saben. 

Pensé que nunca diría esto, pero adivinen qué: Lio me habló. Y no es que me haya respondido alguno de los 364 inbox que le mandé al Face, ni que me mandó a decir algo por un allegado, ni fue un spam desde su Hotmail. Me habló directamente a mí, en persona. Les cuento.

Estoy, o más bien estuve, laburando para una pizzería acá en Barcelona. Capaz que después de lo que pasó no me llaman más. Primero tengo que ver cómo les arreglo la moto. No sé manejar bien, pero como necesitaba el laburo me mandé igual. Empecé el martes y todo anduvo impecable hasta que a la noche, después de entregar la última fugazza a un matrimonio de jubilados, me pegué un palo bárbaro. Todavía me confundo el freno y el acelerador. 

Es loco, pero cuando caí en el asfalto tuve una idea. Decidí no devolver el ciclomotor esa noche, apagar el celular y mandarme para la pensión. El lugar donde vivo es bravo, no daba dejarlo suelto, así que tuve que dormir abrazado al vehículo. Fue raro, dormimos en cucharita. Desperté todo contracturado. 

Al otro día me fui con la motito y el uniforme. En el club pasé fácil, les dije que llevaba un pedido para unos policías. La relación entre la pizza y la ley es universal. Una vez adentro, me fui derechito a la cancha auxiliar. Algunos hacían trabajos de campo, otros conversaban con el entrenador, a lo lejos uno trotaba alrededor de la cancha. Me puse a ver el entrenamiento. Se acercó un tipo vestido con ropa deportiva del Barça. Me preguntó qué hacía ahí, volví a repetir mi coartada. Se sorprendió un poco de que empezara tan temprano, eran las 10 de la mañana. Le expliqué que como el cliente era especial, la empresa estaba haciendo la excepción. El tipo empezó a darme charla, se ve que andaba aburrido. 

Javi, que así se llamaba el tipo, tenía una curiosidad ilimitada. Quería saber cómo se hacían las pizzas. Si al molde, si a la piedra, si la muzzarella era buena... Le dije que sólo era el delivery, que me limitaba solamente a repartirla y todo lo demás no me importaba. “Así no vas a progresar nunca, argentino”, me dijo. Entonces el tipo me dio una lección de moral, sobre lo importante que era ponerse la camiseta de la empresa. Que él, como utilero, se sentía tan importante en el Barça como el propio Messi. Que lo que importaba era el grupo. Estuve a punto de insinuarle que reclamara el mismo sueldo que Lionel, pero me contuve. Al fin y al cabo, había conseguido mi tan ansiado contacto. Nada menos que el tipo que le lustraba los botines al mejor jugador del mundo. 

Conversamos un rato más. Entonces me animé y le comenté que mi sueño era conocer al crack. Le prometí pizza free para el cumpleaños de su hija si me lo presentaba. Lo tuvo que pensar, pero finalmente accedió. Me señaló al jugador que trotaba alrededor de la cancha. Era nada menos que él. “Ahí está Lionel. Lo están cuidando para jugar contra los alemanes. Vamos a esperar que termine. Entonces le hablo y te hago una seña para que te vengas”. 

No pasaron diez minutos que Lionel terminaba de trotar y Javi estaba yendo a su encuentro. Los vi conversar animadamente, pero la seña no llegaba. O llegaba, pero del lugar menos esperado. En ese lapso, vi acercarse sospechosamente a dos policías. Caminaban hacia donde estaba yo y uno de ellos movía la mano, mientras el otro la tenía en el pito. Javi seguía sin mirarme y la figura de los uniformados era más grande y nítida cada vez. Cuando uno gritó “eh, tú, el de la pizzería” yo ya estaba arriba del ciclomotor. Entonces llegó justo la señal de Javi. Era mi oportunidad, si llegaba hasta Lionel, estaba salvado. 

Aceleré a fondo. No puedo imaginar a cuánto puse ese ciclomotor, pero créanme que saqué chispas. Crucé la cancha auxiliar intrépidamente, vi a Mascherano arrojar sus muletas y correrse, vi a David Villa tirarse adentro del banco de suplentes, vi a Piqué en pánico abrazarse a un jugador que no reconocí. No sé si me fallaron los frenos o fueron los nervios, pero bueno, la moto se me fue de control, con tanta mala leche que me llevé puestos a mi contacto y al mejor jugador del mundo antes de terminar hecho un ovillo contra un alambrado. Obvio que ni bien pude pararme fui a socorrer a mi nuevo amigo y a mi futuro entrevistado. Pero cuando me acercaba lo vi a Javi hecho una furia y Lionel agarrándose la pierna en el piso. Ahí fue cuando me habló: “¡Me rompiste todo, pelotudo!”, dijo. 

Lamentablemente, no pude disfrutar esas primeras palabras que el mejor del planeta me dirigió. Cuando me acercaba a disculparme, ya era un mundo de policías. Pude ver a Javi llevarse en andas a Lionel. Le hice una seña, pero creo que no me vio. Enderecé la moto y arranqué. Por suerte, recién me volví a pegar un palo cuando ya estaba a 3 cuadras del club. El ciclomotor ya no volvió a arrancar, así que lo tuve que cargar 60 cuadras hasta la pensión. Mañana, cuando lo devuelva en la pizzería, se va a armar. Encima son todos hinchas del Barça, van a estar recalientes con la eliminación. Hay que ver el lado positivo: al menos guardaron a Messi para la Liga. ¡Hasta la próxima! 

ADELANTADO INTERNACIONAL

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