Ni el bostero más optimista imaginaba la victoria copera de la semana pasada. Ni el xeneize más pesimista vaticinaba una derrota, en la Bombonera, contra el flojísimo Unión.
Pero más allá de los resultados, el gran DT no se casa con nadie y sigue metiendo cambios para encontrar sus once de confianza. Recordemos que este plantel es fruto de la pesada herencia que nos dejaron Borghi y
Falcioni, quienes se encargaron de llenar el equipo de jugadores que
hoy, para Bianchi, representan más un problema que una solución (Cellay,
Caruzzo, Albín, Somoza, Silva y Acosta, entre otros). De todas formas, desde los más experimentados, pasando por los pibes, los resistidos y hasta los colgados tienen su chance tarde o temprano. Pero los once siguen sin aparecer.
Desde el domingo que me pregunto cuál será la suerte que va a correr nuestro querido equipo de acá en adelante. Pensé en investigar qué tiene Caruzzo en las neuronas o Burdisso en los dedos de los pies, pero me pareció mejor dividir el análisis en dos cuestiones fundamentales: el Boca que ataca y el Boca que defiende.
Cuando la pelota la tenga Boca, la cosa va a funcionar. Porque Erbes la va agarrar para intentar abrir la cancha; Erviti y Ledesma tratarán de ser opciones de pase para hacerle llegar la pelota a Román; en ese momento va a picar un lateral, y Burrito Martínez también se mostrará como pase; Viatri o Blandi deberán acomodarse en el área y las situaciones van a empezar a llegar. Esta especie de "jugada literaria" no la inventé yo, es la que usó el glorioso "Boca de Bianchi" para llegar a la cima del mundo, y confío que tenemos el material necesario para lograr ese volumen de juego. Pero de a poco, porque Erbes se acaba de ganar el puesto, Erviti y Ledesma hoy ocupan papeles principales, pero con Pol, Sánchez Miño, Rivero, Colazo y por qué no Acosta pisándoles los talones. Román apenas jugó 90 minutos, Martínez recién se está acomodando al mundo Boca y Viatri se está jugando la titularidad por estos días.
Pero hablemos del vaso medio vacío. El equipo está muy largo y cuando Boca pierde la pelota con el mediocampo mal parado, la defensa queda lejísimos, agasapada, llena de dudas, esperando que llegue el enemigo para enfrentarla mano a mano... Y ahí agarrate. Aburriría al lector si en este momento me pusiese a describir los defectos de cada uno de los defensores del plantel y no haría otra cosa que generar un debate infructuoso sobre las incapacidades de cada uno. Por esta razón, intentaré hacer uso de mi poder de síntesis para describir a este grupo de entusiastas futbolistas que forman parte de la última linea xeneize en tan sólo seis palabras: "algunos son malos, otros son peores". Esta contundente reflexión me tiene preocupado, sospecho que al lector también, y no me quiero imaginar al Virrey, que se choca con la triste realidad en cada entrenamiento.
En conclusión, para volver a disfrutar de un equipo equilibrado en toda sus lineas -Bianchi Style- vamos a tener que esperar hasta junio. Mientras tanto, los bosteros deberemos tener los corazones fuertes para soportar el golpe por golpe, que no es el menú que Carlos elegiría, pero es el que le toca.
Por último, me tomo el atrevimiento de dirigirme a usted, porque además de lector es hincha. Y el domingo, tanto usted como yo, desde la tribuna o desde el sillón de su casa, alentamos más que nunca, sin importar el rival ni el escandaloso resultado, convencidos de que hoy hay que bancar, porque como dice la canción: "en las malas a todas partes, las buenas ya van a venir".
Por lo menos así lo siento yo.
ADELANTADO XENEIZE
