Ahora bien, yo me pregunto, habiendo terminado el partido entre Argentina y Venezuela, ¿tiene algo que ver este equipo con aquellos comandados por Bianchi? La respuesta es tan simple como desmotivamente para aquellos amantes de la idea bianchista: No.
Hoy vimos un equipo argentino que fue correcto en defensa, bastante convincente en el círculo central (lugar donde se gesta la marca y se ejecuta la poca pausa que tiene) y espectacular en ataque. Los rendimientos espranzadores de Zabaleta, Gago, Messi, e Higuain nos dejan certezas individuales que, teniendo en cuenta que se ha enfrentado a un equipo de una calidad muy inferior al local en todas sus líneas, no pude significar nada más que eso. ¿Se puede hablar de un equipo sólido, equilibrado, ofensivo, aguerrido, eficaz? Todavía no. Argentina tendrá que demostrar contra un rival de mayor fuste (Alemania o España) que puede jactarse de tener todas esas características y perfilarse como un serio candidato al Mundial a disputarse el año que viene.
¿Qué es precisamente lo que debe definir este equipo? En primera instancia, debe saber a que quiere jugar. Argentina no puede jugar contra Venezuela de forma opuesta y distinta a como lo hace con Brasil. Un equipo ganador (nos ha enseñado el Virrey) propone contra todos los que se le paran enfrente: Los grandes, los de medio pelo, los chicos.
En segundo lugar, debe saber que, elija la forma que elija, debe ser equilibrado, sólido y, obedeciendo al sentimiento del hincha y a las individualidades que posee, ofensivo. El de hoy no ha encontrado esas tres características fundacionales, sino que, contra un rival infinitamente inferior en calidad técnica, ha encontrado certeza individual en los jugadores arriba mencionados. Debe trabajar y mucho el técnico si quiere que, cuando el equipo se enfrente a otro rival en instancias más importantes, esos protagonistas tengan la compañía adecuada ¿O pensamos que Messi va a estar siempre igual de libre? ¿O que el rubio lateral va a poder pasar siempre al ataque con las libertades que tuvo hoy? ¿O que a Higuain lo van a marcar con la liviandad con la que lo tomaban los venezolanos?.
Si Sabella logra acompañar a esos pilares de una forma correcta, estará más cerca de lograr que Argentina sea un equipo. Si es que logra, como manda nuestro libreto bianchista, conformar, con el acoplamiento de esa compañía, un conjunto sólido, seguro, pensante, protagonista y ofensivo, podremos decir que la misión está cumplida. Podremos esperanzarnos, entonces, mirando a un equipo que proponga en su casa, contra Venezuela, pero también en el Morumbi, contra el «cuco» de siempre: Brasil. Un equipo que pueda reemplazar a Gago y a Messi, cuando sea necesario, por tener un funcionamiento aceitado, y que no dependa de sus buenas actuaciones y goles para equilibrar la balanza de una defensa que, incluyendo al arquero, siembra y resiembra dudas cada vez que se la exige un poquito.
Por ahora Messi. Por ahora equipos continentales de poco vuelo. Por ahora incertidumbre. Por ahora (y solo por ahora), un equipo sin medida.
Por lo menos así lo siento yo.
ADELANTADO BIANCHISTA
