Basanta: Hola, ¿Dios?
Dios: Sí, ¿Quién habla?
Basanta: ¡Qué tal Dios! Habla José.
Dios: ¡Papá!
Basanta: No, no... José Basanta.
Dios: ¿Quién? ¿En qué Iglesia laburás? No te tengo registrado, pibe.
Basanta: No se preocupe, Dios, ya estoy acostumbrado a que nadie me ubique.
Dios: ¿Y quién te dio mi teléfono?
Basanta: Lo saqué de la Guía, Señor.
Dios: No puede ser, ya llamé 20 veces a Telefónica para que me saquen de ahí… ¡Nunca me dan pelota! Bueno, a ver, contame pibe ¿Quién eras? ¿Qué querías?
Basanta: Soy futbolista y juego en la Selección Argentina.
Dios: ¿En la Selección? O sea que jugaste en Estudiantes...
Basanta: Sí, Señor. Usted lo sabe todo.
Dios: Bueh, igual no hay que ser Dios para adivinar eso. Escuchame, pibe, decime rápido qué querés, estoy apurado. Voy a llegar tarde al psicólogo.
Basanta: ¿Usted? ¿Terapia?
Dios: Sí, querido... Necesito ordenarme un poco… Mucho stress, acá en el cielo es un quilombo bárbaro ¿O vos te pensás que esto es el paraíso?
Basanta: Bueno, lo mío es corto, no quiero molestar.
Dios: Dale, cortála un poco con el prólogo, no hace falta hacerte el humilde, eh.
Basante: Mire, quería pedirle si puede darme la chance de jugar unos minutos en la Selección.
Dios: Mirá, Basualdo, me parece que se está yendo la mano.
Basanta: Basanta, Señor.
Dios: Ah, cierto. Bueh, es lo mismo. Escuchame, jugar en la Argentina no es fácil. Todos queremos estar en la Selección. Yo de pendejo la rompía, jugaba de enganche, tenía una gambeta endiablada y si embargo no jugué en la Selección... Llegué hasta la 4ta de San Telmo.
Basanta: Como Tinelli.
Dios: Sí pero después no la junté en pala ni puse gatos a bailar. Todavía tengo que laburar, eh.
Basanta: Pero escúcheme Dios, el martes jugamos con Bolivia, qué le cuesta, un ratito, un tiempo aunque sea.
Dios: Mirá Basualdo, esta semana olvidate, estoy con el tema de las Pascuas, tengo un laburo terrible. El jueves me muero, el domingo resucito, todavía no compré los huevos, encima están carísimos. En fin, esta semana imposible.
Basanta: Ok, Señor, como usted diga. Pero en la próxima fecha, si se acuerda…
Dios: Pará, pibe. Hay un montón de gente con el mismo sueño, sabés. ¿No te convocó Maradona, ya?
Basanta: No.
Dios: ¿En serio? Si le di una lista como de ciento y pico de jugadores para que convoque. Hasta el Bichi Fuertes… hasta De Federico jugó en la selección.
Basanta: Sí, pero yo no.
Dios: Mirá, pibe… no sé, ¿Por qué no esperás a la próxima vida?
Basanta: ¿Entonces existe la reencarnación?
Dios: ¡Claro! En su otra vida Messi era gordo y lento, Heinze era habilidoso y Somoza, humano.
Basanta: Bueno entonces quiere decir que hay esperanza.
Dios: No, pibe, ¡te estoy cachando! A ver si te me vas a las religiones orientales y toda esa cosa… Nada que ver. Dejáme que vea el tema.
Basanta: No sabe lo feliz que me haría.
Dios: Sí bueno, no te prometo nada. Esta semana se me complica con los milagros. Lo voy a intentar.
Basanta: Gracias por considerarlo, Dios.
Dios: De nada, nene. Pero no lo comentes, si no me van a matar a pedidos…
Basanta: Prometido. Soy una tumba.
Dios: Ahora que decís tumba y que sos futbolista, me hiciste acordar… ¿conocés a un tal Viatri?
Basanta: Sé quién es, ¿por?
Dios: No, porque me pidió que le borrara los antecedentes, pero yo con la justicia no quiero quilombos, ya me crucificaron un hijo, viste. A ese Viatri no lo resucito ni a palos, eh.
Basanta: Y si lo veo, le digo.
Dios: Dale, y cuidá la billetera, por las dudas.
Basanta: Hecho.
