Que allá por 1998 apareciera un tipo para hacerse cargo de un "cabaret" y lo transformara en el mejor equipo del país, llevándolo a consagrarse campeón invicto, para luego ponerlo a la cima del continente y del mundo, es difícil de comprender.
Que en el 2003 llegara la misma persona para tomar las riendas de un Boca desordenado y desconsolado tras un campeonato que se le escurrió entre las manos, y en un año lo convierta en campeón nacional, continental y mundial, escapa de cualquier lógica.
Que en el 2003 llegara la misma persona para tomar las riendas de un Boca desordenado y desconsolado tras un campeonato que se le escurrió entre las manos, y en un año lo convierta en campeón nacional, continental y mundial, escapa de cualquier lógica.
Que diez años más tarde ese señor vuelva a decir presente, con todo para perder y una prensa con la que nunca comulgó afilando las garras para destrozarlo, es, cuanto menos, extraño.
Ahora bien, que este extraño ser agarre un equipo sin rumbo ni líderes, y con un sólo refuerzo de los que tenía en mente (remember que el pedido del mister fue Martínez, Gago y Cata Díaz). Y que no encuentre el rumbo en el verano y comience la copetencia oficial con un rendimiento flojo, sin estar convencido del sistema ni de los nombres, es entendible, razonable y lógico.
No me gusta la defensa, en la derecha hay un problema no menor, que surge de la suma de un central que nunca estuvo a la altura de Boca (Caruzzo) y un lateral que no aparece (Cellay no merece análisis, los juveniles están verdes, Magallán demostró que no es 4 y Albín tiene un rendimiento discreto, tirando a pobre. ¿Soluciones? Chiqui Pérez fue lo único que encontró Angelici en la góndola de centrales. Industria nacional, sin mucha elaboración. Y esperar la recuperación de Franco Sosa tampoco garantiza nada por el carril derecho. La cosa está difícil.
En el medio nos encontramos con un bajísimo nivel del trío veterano (Ledesma, Somoza, Erviti) y una serie de pibes que prometen (Erbes, Paredes, Pol) pero que no terminan de afirmarse. Aunque sólo jugó 90 minutos, el gran nivel de Ribair, de mantenerse, posiciona al negro como una buena alternativa. Lo mismo para el caso Acosta y el extraño experimento como volante que no estuvo nada mal.
Arriba el Burrito es una buena noticia. Pero el área está difícil, Silva recibió, una vez más, toda la confianza; y, una vez más, la vuelve a desperdiciar. Vive en el piso, no aguanta una bocha y le cuesta meterla. Mucho show y poco fútbol. Viatri promete pero no cumple. Y Blandi espera sentado.
Con este panorama se me vienen a la cabeza dos reflexiones:
- Qué raros son los hinchas de Boca convencidos de que Riquelme ya no hace falta adentro de la cancha. Con qué facilidad se nubla la vista tras dos o tres goles de un pibe de 18 años, para calcular que ya hay un tipo que puede hacerse cargo de la 10 azul y oro, con todo lo que eso significa. Por suerte Juan Román está cada vez más cerca de salir a acariciar el balón y agarrar el "control remoto" de este equipo que no tiene quién lo maneje.
- Qué extraño es ver, leer y escuchar tanto periodista "objetivo" e "independiente" que ya juzga la tarea del señor fuera de serie que agarró este desorden hace poco más de un mes y que lleva disputados tan sólo tres partidos oficiales.
La persona que mejor organizó el juego de Boca dentro de la cancha y el señor de las hazañas que mejor dirigió el juego de Boca desde afuera del campo están trabajando. Silencio por favor.
Por lo menos así lo siento yo.
ADELANTADO XENEIZE