Allá por junio de 2012 los cortocircuitos comenzaron a deteriorar el Boca sólido y ganador que peleaba en todos los frentes, y ya para fin de año el club pasó a estar envuelto en llamas.
El parte era contundente, un técnico insostenible, un equipo mediocre, el jugador estrella fuera de escena, un presidente haciendo política y el salvador durmiendo la siesta. Menuda crisis que provocó la explosión de la tribuna para que todo volase por los aires a mediados de diciembre.
El DT se prendió fuego y los dirigentes se dieron cuenta de que si miraban para otro lado se iban a terminar quemando ellos también, así que decidieron apagar el incendio. Llamaron al Virrey quien dijo haber despertado cuando sintió las llamas ardiendo en la tribuna. Después fueron por la figurita difícil, sin estar convencidos le propusieron un tibio regreso que no fue escuchado por un Topo Gigo que prefería taparse los oídos como un nene caprichoso. Pero el sentimiento azul y amarillo es mucho más fuerte que un capricho, y el Señor 10 levantó el teléfono y avisó que lo esperen, que quería colaborar.
La recontrucción de ese equipo sólido y ganador no es tan sencilla como parece y el sábado costó más de la cuenta. Orión, Burdisso, Pol, Erviti y Burrito lograron calzar bien los primero tres ladrillos y mañana intentarán colocar los cimientos para la "pieza principal".
Bien por Bianchi que se dejó de joder con la siesta, vio a un Boca herido y dijo presente. No le importó su pelea a muerte con Macri, el tipo dijo acá estoy y eso es admirable.
Bien por Román. Considero que después de ser manoseado una y mil veces por dirigentes y periodistas como consecuencia de su pelea con el Jefe de Gobierno decidió pegar un portazo y estuvo bien. Sin embargo, después hizo una novela para volver, con aparición en el entrenamiento incluida, que fue un grave error porque el que salió más perjudicado fue el hincha. Pero se metió el orgullo, los códigos, las peleas, los caprichos, las ofertas y las críticas en el bolsillo; agarró el teléfono, llamó al DT, se juntó con el presidente y la clavó en el ángulo: "Pongan las cláusulas que quieran, yo quiero jugar al fútbol con la camiseta de Boca". Y ahí está, entrenando, sonriendo, dando notas, viendo el partido con el presidente y yendo al vestuario a "tomar mate" con sus compañeros.
Bien por el presidente, que no me gusta, que llegó al club para hacer política puesto por el líder del Pro, que piensa en Boca como si fuese una empresa y no un club para los socios y los hinchas, que no sabe hablar y que tiene una comisión directiva en la que sobran impresentables. Pero el tipo se la jugó y eso es una buena noticia. El mismo que empujó a Riquelme para que se vaya y que le ofreció a Falcioni la renovación del contrato decidió pegar el volantazo e ir por Bianchi y por Román. Y ahí estaba el sábado, sentadito con el 10 al lado, en pleno cumple de Mauricio.
Hoy el hincha respira tranquilo, el fuego ya se apagó y Boca está sano y salvo. La obra está a cargo del Virrey, que es el mejor ingeniero que existe en el planeta para estas cuestiones. Y desde ayer hay un tipo que empezó a correr y que se prepara para darle forma definitiva a este monstruo llamado Boca Juniors que de a poco se está empezando a levantar.
Por lo menos así lo siento yo.
ADELANTADO XENEIZE
