Qué fácil hubiese sido para mí que los cuatro goles los haga un solo jugador o que un solo jugador se hubiese destacado para titular esta nota, pero no, no lo fue porque todo el equipo se empecinó en hacerme muy difícil mi trabajo de hoy. Sacando algunas cositas de “Baldecito” Romero, la labor del equipo hoy fue brillante, desde Marchesin hasta el debutante Blanco. Por eso me decidí por un título tantas veces usado.

Analizar el partido es aún más difícil que titular esta nota porque con el respeto que se merecen los hermanos Sabaleros hubo un solo equipo en cancha. Ya desde las formaciones se notaba que Lanús salía a tomar el protagonismo del encuentro y así sucedió desde el inicio del partido. Siempre fue Lanús el que jugó e intentó jugar al fútbol. Ya sin Fritzler en el equipo, Diego González, su reemplazante natural, se hizo amo y señor de ese sector del campo y robó todo lo que le pasó cerca. Pizarro siempre criterioso a la hora de crear y distribuir juego, Ayala con su cañón y el tridente ofensivo (Romero, Regueiro, Blanco) que dispuso Guillermo, Lanús fue una maquinita aceitada y precisa semejante a un reloj suizo. Y basta con ver el tercer gol para darse cuenta que no exagero en mi comentario. Sé que las comparaciones son odiosas y tendenciosas, pero déjenme decirles que el desempeño de hoy me trajo gratos recuerdos del equipo de Ramonín.