LA NUEVA CORRIENTE: EL ARRUABARRENISMO
Dicen las sagradas escrituras del Matador que un día de no hace tanto tiempo, Rodolfo Martín Arruabarrena subió a lo más alto de la tribuna local de cemento y después de que el cielo se abriera ante sus ojos descendieron los mandatos divinos bien custodiados en el interior del vestuario, en Victoria comenzó la era del Arruabarrenismo.
Para el Vasco, la búsqueda futbolística no se negocia. Ni siquiera presionados por el descenso directo. La propuesta de Tigre va a contramano de los falsos dioses que dicen que sólo se saca puntos con métodos mezquinos. El técnico lo tiene claro: “Ser simple en donde tenés que ser simple, para ser inteligentes en todos los sectores”, dice.
Los equipos del fútbol argentino pueden creerse el cuento de que hay un tipo de fútbol para los que apuestan a los grandes manjares y una filosofía saca-puntos, resultadista, como única opción para los que no quieren bajar a la B. Pero Tigre hizo lo contrario. Apostó por el juego como expresión. Por la estética. Tigre es la muestra de que jugando bien puede pelear incluso por zafar del descenso. Estar a la altura, o al menos sentado en la misma mesa, del campeón argentino.
Los 36 puntos son la recompensa que merecían los Vasqui Turros de Zona Norte, que a pesar de arrancar con la soga al cuello fue el rival al que todos temían enfrentar. Que el descenso, que la promoción, todo hacía pensar que Tigre iba a tener que pelearla más que nadie. Pero con el DT que tiene el equipo no sufrió. Qué orgullo tan grande es ser de Tigre. Y tener como DT a un técnico ambicioso que es el fiel reflejo de lo que fue como jugador. Un ganador en todas las canchas.
Para el Vasco, la búsqueda futbolística no se negocia. Ni siquiera presionados por el descenso directo. La propuesta de Tigre va a contramano de los falsos dioses que dicen que sólo se saca puntos con métodos mezquinos. El técnico lo tiene claro: “Ser simple en donde tenés que ser simple, para ser inteligentes en todos los sectores”, dice.
Los equipos del fútbol argentino pueden creerse el cuento de que hay un tipo de fútbol para los que apuestan a los grandes manjares y una filosofía saca-puntos, resultadista, como única opción para los que no quieren bajar a la B. Pero Tigre hizo lo contrario. Apostó por el juego como expresión. Por la estética. Tigre es la muestra de que jugando bien puede pelear incluso por zafar del descenso. Estar a la altura, o al menos sentado en la misma mesa, del campeón argentino.
Los 36 puntos son la recompensa que merecían los Vasqui Turros de Zona Norte, que a pesar de arrancar con la soga al cuello fue el rival al que todos temían enfrentar. Que el descenso, que la promoción, todo hacía pensar que Tigre iba a tener que pelearla más que nadie. Pero con el DT que tiene el equipo no sufrió. Qué orgullo tan grande es ser de Tigre. Y tener como DT a un técnico ambicioso que es el fiel reflejo de lo que fue como jugador. Un ganador en todas las canchas.
Por lo menos así lo siento yo.
ADELANTADO MATADOR